Barbie

Viki Criado

Greta Gerwig, 2023

Este verano de 2023 ha estado marcado, a nivel cinematográfico, por el estreno simultáneo de 2 grandes producciones de Hollywood: Oppenheimer y Barbie. La maquinaria promocional de la industria estadounidense ha jugado a la competencia entre ambas para aumentar el tirón de los 2 grandes estrenos y ha añadido morbo a la parafernalia habitual en este tipo de producciones. La buena noticia para quienes amamos el cine es que había 2 películas interesantes a las que acudir. Y ver Barbie, desde luego, mereció la pena.

La tercera vez que la directora Greta Gerwig se ponía detrás de las cámaras estaba rodeada de una gran expectación, ya que sus 2 trabajos anteriores habían cosechado bastante éxito de crítica y público. Tras Lady Bird, en su debut en la dirección, y Mujercitas, en una nueva aproximación al clásico de Louisa May Alcott, afrontaba la realización de un film con un gran presupuesto y las lupas del público y de los temibles críticOs de cine ya estaban preparadas. Algún hacha también.

Gerwig arranca a lo grande ya desde la escena inicial de Barbie haciendo una similitud entre esta y la escena inicial de 2001, una odisea del espacio de Kubrick. El resultado es ya suficiente para superar con nota las críticas más exigentes desde un punto de vista meramente cinematográfico. La directora hace la presentación de su personaje principal: esa muñeca rubia cuasi perfecta en un mundo donde las niñas son socializadas en su rol de futuras madres jugando con muñecas‐bebés y la «gran revolución» que supone la aparición de Barbie en el mercado es que ya no se va a tratar de crecer (o pasar de niña a mujer) criando bebés, sino que las niñas pueden tener un modelo de comportamiento «nuevo» en esa gran nueva muñeca que es Barbie.

Barbie, por supuesto, vive en Barbieland: un mundo de plástico y colores pastel donde todo es maravilloso y viven muchos más modelos de barbies, no sólo las rubias‐tontas‐guapas. Hay barbies, morenas, blancas, negras, asiáticas, discapacitadas, gordas, flacas, y un largo etc. porque a medida que se fué comercializando la exitosa muñeca de la empresa Mattel, fueron apareciendo nuevos modelos que pretendían cubrir el amplio espectro de la diversidad humana. Y vender más muñecas, claro.

Y Las barbies hacen de todo en Barbieland, son carteras, camareras, juezas, periodistas, hasta Presidenta de ese «reino» suyo que tanto recuerda a USA. Pero en Barbieland también hay hombres‐muñecos: los Ken con toda su amplia gama de diversidad racial, obviamente, pero, al contrario que las barbies que son y pueden hacer de todo, Ken es sólo Ken. Un juguete sin entidad propia y que surgió casi casi como mero complemento de Barbie ya que, como muñeca‐mujer estereotípica, supusieron los ejecutivos de la compañía que necesitaría un ‘novio‐amigo’. Barbie desmonta este prejuicio machista y hasta es ella quien intenta convencer a Ken de que él tampoco necesita una novia para sentirse plenamente realizado.

Con todo, el personaje que plantea un discurso más elaborado y potente contra este sistema desigual entre mujeres y hombres, es el de la actriz America Ferrara que interpreta a la mujer «normal», o sea, trabajadora, madre, que no entra en las medidas requeridas para ser una «barbie», que no es reconocida ni valorada en ninguno de sus trabajos (remunerados o no) y que, además, es el enlace entre el mundo irreal de Barbie y la cruda realidad.

Habrá quienes piensen que no se puede hacer una crítica seria de temas tan importantes como la desigualdad por razón de sexo a través del humor y la comedia, pero el equilibrio que Gerwig logra encontrar entre, la denuncia, la ironía y un discurso muy coherente contra el machismo, demuestra lo contrario. Así que: sí, vean Barbie.

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