Gentrificación 

Charo Arroyo 

Este fenómeno ya es muy conocido, desgraciadamente, porque se está dando en todas las grandes ciudades tanto españolas como europeas.

Pero nada mejor que explicar el fenómeno que tener la experiencia en carne propia.

Esta es la historia de una persona que llevaba viviendo 25 años en el centro de Madrid y que por la venta del edificio donde estaba su vivienda alquilada tuvo que buscar a la fuerza un nuevo lugar donde vivir mientras el edificio pasaba a ser reformado para hacer un bloque de viviendas de alquiler turístico.

Ana vino de su San Fernando natal a buscar trabajo en Madrid. A finales de los 90 en Madrid todavía era posible encontrar un piso pequeño y no tener la obligación de compartir piso por no poder pagar el alquiler con un sueldo muy normalito.

En pleno centro, al lado de la Plaza Mayor, al lado del rastro…..

Curiosamente, estos dos pisos formaban parte de un edificio propiedad de una sola persona. Son esas cosas de la redistribución de la riqueza. Poder vivir de las rentas, nunca más,  literal!!!!!!

En el último piso, que estaba cerca del Rastro, el mantenimiento del edificio dejaba mucho que desear. Las instalaciones apenas habían sido reformadas y llegaron a producirse desperfectos que afectaban a la seguridad de quienes allí vivíamos. La dueña consideraba que la rentabilidad de los alquileres era poca y no quería invertir en arreglar las casas que necesitaban una urgente reforma. Puede no ser reprochable que si la inversión que la propietaria tenía que hacer era grande y sus cuentas no le daban, vendiese el edificio. Pero así, de golpe, unas 30 casas habitadas por familias asentadas en la ciudad de Madrid de forma constante pasan a convertirse en un edificio mastodóntico de apartamentos turísticos con el traqueteo habitual de las maletas que van y vienen a diario.

Por no decir del obligado cierre de uno de los bares más castizos del rastro, “El Museo de la Radio”, donde los días de fiesta paraban cientos de habituales que saludaban por su nombre a la tabernera, La Petra, que manejaba con su buen hacer a la clientela para tenerla contenta.

¿Las formas de la nueva propiedad? Burofax anunciando la rescisión del contrato de alquiler formalizado de primeras. Si no hay contestación por parte de la persona alquilada, la siguiente opción es una llamada de teléfono presionando para negociar la salida del piso. Lo siguiente, si no hay acuerdo, es la visita de un abogado explicando que tienen todas las de ganar si quieres oponerte al desahucio. Finalmente, un grupo de vecinos y vecinas resistió, la unidad no se logró entre la vecindad y cada quien buscó la solución al problema que había surgido.

Así, en cuestión de unos meses tienes que buscar una vivienda con una situación de subida de alquileres de forma exponencial. Y tener que buscar alojamiento en zonas más lejanas del centro porque se han elevado los precios de los alquileres en las zonas céntricas de manera increíble. Por tanto, obligada por la situación, sin haberlo elegido, por la decisión de la nueva propiedad, tuvo que gastarse más en el alquiler y cambiar la zona donde vivir tras 20 años de estar en el barrio.

Hoy, en la zona va aumentando el alquiler turístico y desapareciendo la vivienda habitual. 

Algo favorecido por una legislación que no ha abordado la problemática hasta que ha llegado a ser una plaga. Por la poca vigilancia del cumplimiento de la normativa. Y, mucho más importante, porque muchos edificios son de una sola propiedad y, buscando el mayor rendimiento, les resulta más interesante venderlo a un fondo buitre que se dedicará a montar unos alojamientos con el mínimo de inversión que da rendimientos rápidos y más altos que la vivienda habitual.

¿El resultado? Centros de las ciudades sin tiendas de barrio, porque también nos las hemos cargado con la venta de los locales a grandes franquicias que se ofrecen a los gustos del turismo. Y el traqueteo de las maletas de quienes van y vienen. Sin niños, sin personas que paseen mientras bajan a hacer la compra, etc.

Y, ¿cómo será ese centro de la ciudad cuando el turismo disminuya, cuando el globo del turismo ya no ofrezca esa rentabilidad? Habremos creado un parque de atracciones que solo tiene sentido si es explotado. Y todas conocemos qué pasa cuando el juguete ya no gusta, se destroza. La vuelta a un centro habitable resulta complicado y llevará muchos años conseguir  que la población quiera volver al centro.

Este es un simple caso. Pero seguro que se pueden contar cientos de testimonios similares.

Esperamos que poco a poco el globo se desinfle y podamos vivir en las ciudades y convivir con el turismo.

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