Silvia Cuevas-Morales
86 páginas
Huerga & Fierro, 2024
Alberto García-Teresa

Firme en su insumisión, la voz de Silvia Cuevas-Morales (Santiago de Chile, 1962; exiliada desde 1975) en este poemario libera crítica social y solidaridad al mismo tiempo que abre posibilidades a otro tipo de relaciones humanas. Los poemas contenidos en este volumen se apoyan en las repeticiones, los paralelismos, una dicción clara y la amplitud de los referentes para construir un mosaico de denuncias ante la injusticia tanto cercanas como de otras partes del planeta. La autora apela constantemente a la empatía para sensibilizar y movilizar, a la vez que, de fondo, resuena su incomprensión ante la apatía o el conformismo. Más allá de las contradicciones o de la vergüenza, la poeta delata entonces la escalera de privilegios que conduce a nuestra cotidianeidad y el papel cómplice que juega nuestro desentendimiento o nuestro silencio. De ahí la abundancia de preguntas retóricas en estas composiciones; porque se remarca su indignación ante la indiferencia. «¿Dónde se sitúa el límite / entre la ética y el miedo?», escribe señalando el sometimiento, sin autoengaño. Por eso nos interpela con insistencia para que tomemos partido. Siempre del lado de las víctimas, Cuevas-Morales se adentra en la miseria, las migraciones, las guerras, la violencia patriarcal, los desahucios y la exclusión social para tender, desde el verso, palabras y manos que auxilien y empujen a una redistribución más equitativa y una convivencia más justa en todos los lugares. Precisamente, no se acerca a sitios de conflicto bien televisados, sino que camina atenta a nuestras propias calles para identificar y nombrar tanto lo invisibilizado como a quienes lo ocultan. Con todo, se integra en el poemario una sección con textos que hablan de su Chile natal, con un duro recuerdo de la dictadura, de la represión, pero también un acercamiento a la situación social presente, esperanzada ante las revueltas populares. En esas piezas, la memoria, dolorida, provoca que la voz se contenga, el ritmo decelere y que los poemas consigan mayor peso.
Así, Mujer incómoda se presenta como un sujeto que no quiere estar en esta sociedad y además, cuya palabra no es grata para el statu quo. De este modo, se trata de un poemario donde la rabia se entrecruza con la tristeza y la impotencia, pero nunca da lugar a resignación. Contra la pasividad, por la justicia social, estos rotundos poemas se alzan.