Anarquismo y aniversarios: Huelga minera y Carnaval contra el Capital

Una mirada retrospectiva a dos acontecimientos que dieron forma a la historia radical de las últimas décadas en Gran Bretaña.

Scott Harris

No podemos dejar que este año pase sin rendir un recuerdo a dos grandes aniversarios de la historia política radical. En primer lugar, hace 40 años tuvo lugar la huelga de los mineros en Gran Bretaña. En segundo lugar, hace apenas 25 años se llevó a cabo el Carnaval contra el Capital (Carnival Against Capital).

1984: La huelga de los mineros

Para los anarquistas, como para gran parte de la izquierda, la huelga de los mineros contra el cierre de las explotaciones por parte de Thatcher se consideraba, en general, una lucha existencial que movilizó a todos los sectores del movimiento. La intervención más infame a escala nacional fue la de Class War, un periódico de agitación de estilo sensacionalista que había empezado a publicarse el año anterior y que ya se había ganado una reputación de prosa combativa. Cobró importancia durante la propia huelga, volviéndose popular en los piquetes con titulares que pedían «Victoria para los escuadrones de la muerte» o que mostraban una soga alrededor de las fotografías de Neil Kinnock y Margaret Thatcher con el título «Los mineros tienen razón».

Los activistas de la acción directa estuvieron diligentes en todo el país en apoyo a las bases, aunque las críticas a los líderes mineros, especialmente a Scargill, eran comunes y a menudo había frustración en las páginas de las revistas del movimiento, como Black Flag, porque la lucha estaba demasiado ligada a la lucha industrial en lugar de ampliarse a un modo más insurreccional, aunque generalmente se enfatizó en la necesidad de una «solidaridad del momento».

Una carta publicada en el número de junio de 1984 de D M (Middlesbrough) resumía la mezcla de entusiasmo y ambivalencia de los anarquistas:

“El dinamismo que impulsó la huelga desde el primer día surgió de las bases del Sindicato Nacional de Mineros. Como anarquistas y participantes de la idea de un sindicalismo revolucionario bajo el control consciente de trabajadores militantes y autoorganizados, debemos basar nuestra propaganda y nuestra actividad en este acontecimiento, que calificamos como positivo. Buscamos la unidad de la clase trabajadora, sí, pero no hay que confundir eso con entretenerse con los errores y las oportunidades perdidas del sindicalismo reformista”.

Menos ruidosa, pero común, fue la participación de los anarquistas en grupos de solidaridad. Freedom, a pesar del revuelo que originó su postura crítica por la pasividad de los mineros en relación a sus líderes, proporcionó sus espacios para recaudar fondos de ayuda para los huelguistas. Mientras, el ruido de cubos para recaudar fondos en los barrios era algo común entre los grupos radicales de Edimburgo a Londres.

No hay suficiente espacio en un artículo breve para revisar los archivos de la época, pero vale la pena consultar el trabajo de la Biblioteca Kate Sharpley (especialmente su Boletín KSL de agosto), que considera la contribución anarquista en gran detalle.

1999: Carnaval contra el capital

Desde una perspectiva puramente anarquista, el J18 (el carnaval tuvo lugar el 18 de junio) era más propio del movimiento libertario. Descentralizado, irreverente y conscientemente político, se inspiró, en gran medida, en las dos décadas anteriores de creciente  y los deseos de los movimientos juveniles en todo el mundo, especialmente en Europa, Estados Unidos y Sudamérica, de desafiar lo que a esas alturas había sido más de una década de hegemonía neoliberal.

Más imágenes en Urban75, archivo de la protesta

Aunque la Batalla de Seattle en noviembre de ese año es a menudo citada como un punto de inflexión en la capacidad del movimiento antiglobalización para enfrentarse al capital en su propio terreno, el 18 de junio fue cuando la juventud radical de Gran Bretaña (y de gran parte de Europa) pasó del relativo aislamiento al punto culminante de lo que se conoció como Fiesta y Protesta.

Convocado nominalmente como parte de una serie protestas a escala mundial contra la 25ª Cumbre del G8 en Alemania, electrizó a los medios de comunicación, que publicaron durante días portadas denunciando a los miles de hooligans desaliñados que, según los periodistas, estaban tomando el centro de Londres.

Al unir el activismo climático anarquista (las protesta en las calles, Earth First!, etc.), el grupo ciclista Critical Mass y el marasmo de fiestas gratuitas, organizado a través de Reclaim The Streets, todo ello coincidió con la formación de nuevos canales informativos descentralizados en línea. Indymedia, que ofrecía producción abierta en las redes sociales mucho antes de que los titanes corporativos la monetizaran, comenzó ese mismo año como parte de la campaña para dar a los activistas su propia voz, en contra la desinformación de los tabloides.

El Estado, presa del pánico ante la amenaza de los radicales festivos de invadir la entrada de la Bolsa, envió una gran fuerza de policía antidisturbios, lo que confirmó a los activistas que eran más que una multitud de fiesteros. Los enfrentamientos continuarían durante los dos años siguientes, antes de que el 11 de septiembre diera al Estado una oportunidad de oro para restablecer su posición y recurrir al último recurso de los sinvergüenzas: la represión que convoca el patriotismo en tiempos de guerra.

Publicado en Freedom Anarchist Journal. Invierno 2024/2025. (Subido a su Web el 8 de diciembre 2024)

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