La luz que imaginamos

Directora: Payal Kapadia India 2024

Paco Marcellán

Acercarse a la realidad de la vida cotidiana de tres mujeres que trabajan en un hospital en Mumbai (la nueva denominación de Bombay) la megalópolis india de más de 18 millones de habitantes, permite situar el problema de la incardinación en una gran ciudad (permanentemente presente en la primera parte de la película a través de la geografía urbana: rascacielos, medios de transporte, mercados) de una amistad que permite la supervivencia en condiciones afectivas complejas.

Prabha (interpretada por Kani Kusruti), y Anu (Divya Prabha) son dos enfermeras que comparten piso en el que se refugian tras agotadoras jornadas de trabajo en el hospital y donde comentan una vida sentimental derivada de la ausencia del marido de la primera (fruto de un matrimonio de conveniencia) que se encuentra trabajando en Alemania y del que no ha recibido noticias desde un año pese a sus intentos de conectarse telefónicamente con él, mientras que Anu tiene una relación sentimental con un musulmán con las dificultades sociales que implica la barrera religiosa y que deben adoptar clandestinamente ante la familia de él mientras que los padres de ella tratan de apañar un matrimonio de conveniencia con alguien de su misma religión hindú. Por su parte, Parvati (Chhaya Kadam) es una cocinera del hospital que ha enviudado y se encuentra inmersa en el proceso de desahucio de su piso/habitáculo en el que ha vivido los últimos 20 años y sobre el que un fondo inmobiliario actúa de manera inmisericorde. Con la ayuda de Prabha acude a un abogado para tratar de parar el desalojo pero carece de documentos que avalen su relación contractual como inquilina. La escena de la asamblea con otros afectados de su edificio refleja un problema universal que en las grandes ciudades del Tercer Mundo adquiere niveles dramáticos. Ante esa situación, decide regresar a su pueblo de origen donde al menos tendrá acceso a su vivienda familiar.

Un médico del hospital muestra a Prabha su interés en establecer una relación sentimental con ella, a lo que se niega alegando que está casada y no quiere solicitar el divorcio a la espera de saber el futuro con su marido, del que, aparentemente, ha recibido un regalo para su cocina. El miedo al qué dirán y la reacción familiar son las trabas que cercenan su decisión. Por su parte, el novio de Anu le ofrece la posibilidad de pasar la noche en un domicilio familiar pero al encontrarse en un barrio musulmán deberá acudir con la “indumentaria correcta” para evitar las habladurías y las reacciones de sus vecinos. La escena que se desarrolla en una tienda en la que está comprando la vestimenta ad hoc y recibe la llamada telefónica del novio indicándole que las lluvias han interrumpido el tráfico ferroviario muestra su desolación por los imposibles de superar las líneas rojas religiosas.

El segundo tiempo de la película está ambientado en el pueblecito costero al que se ha trasladado Parvati en el que se reúnen las tres amigas y en la que aparecen los referentes masculinos (uno real en el caso de Anu y otro imaginario, en el caso de Prabha) que les permiten una ensoñación sobre su situación y les abren una ventana al futuro. Personalmente, esta parte me parece más débil que la primera, aunque la directora quiera jugar con el desarrollo de las vivencias comunes en un lugar alejado de la dinámica de la gran ciudad que les ha condicionado sobremanera.

La película retrata las contradicciones de un país, al que algunos denominan “la mayor democracia del mundo”, vinculadas a la estamentalización social de clase y castas, la compartimentación religiosa, el choque rural/urbano, el peso del patriarcado que condiciona a las mujeres que, pese a tener autonomía e independencia laboral, como es el caso de las tres protagonistas, siguen sujetas a tradiciones que coartan su libertad vital y que son interiorizadas irreflexivamente. La legislación india sigue anclada en el pasado y, a modo de ejemplo, la violación dentro del matrimonio no es un delito y la relación entre castas y así como entre musulmanes, budistas e hinduistas sigue manteniendo unas fronteras insuperables.

El Gran Premio del Jurado del Festivales de Cannes de 2024 reconoció el valor de esta contribución del cine indio, que existe más allá de Bollywood, la cuasi monopolística industria cinematográfica en idioma indi asentada en Mumbai, dirigida e interpretada por mujeres. En unas declaraciones a la prensa, la directora duda que el cine pueda ayudar a revertir la situación que refleja la película. Insiste en que “el cine lo único que puede hacer es proponer una idea y esperar que algunas personas piensen en ella. Es la sociedad la que tiene que cambiar”.

Película que puede servir para debatir la situación de la mujer en el Tercer Mundo, el peso del machismo cotidiano y el patriarcado estructural, así como para insistir en que la liberación de las mujeres será obra de ellas como protagonistas centrales de una lucha contra las opresiones de todo tipo que nos afectan como seres humanos.

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