La escritora reflexiona sobre el movimiento iniciado hace 31 años y sobre lo que significó documentarlo como periodista, un relato que publica bajo el título ‘Zapata vive’. (Foto: Ángel Soto)
“Llegué a Chiapas y descubrí el mundo”, escribe Guiomar Rovira en su libro Zapata vive. Son las postrimerías del año 1993. Guiomar —periodista hispanomexicana— aterriza en México con la aspiración de emprender un recorrido por América Latina. Estaba “cansada ya de la vieja Europa anquilosada”. En este rincón del sureste mexicano esperaba hallar playas paradisíacas, colores vibrantes, quizá algún eco de las civilizaciones antiguas. Pero lo que encuentra es otra cosa. “Vi a los indígenas andando por las calles, vendiendo sus artesanías, vi el paisaje, las verdes montañas. También descubrí algo diferente en sus ojos, algo muy distinto a las miradas sumisas de los pobres indios de otros estados, hundidos en la degradación y en la miseria”.
Su primera parada se convierte en la definitiva. La cautiva el fulgor de una realidad que sólo había visto materializada en esa esquina del orbe, cuyo nombre era prácticamente ignoto hasta antes del 1 de enero de 1994. “Los insurgentes habían llegado con el año”, escribe en su texto. Se refiere a uno de los hitos de la historia reciente de México: el levantamiento zapatista.
Desde el corazón de la selva Lacandona, contingentes armados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional toman las cuatro cabeceras municipales de Chiapas. Han, finalmente, alzado la voz. Reclaman justicia, tierra, democracia. Dignidad, sobre todas las cosas. Es un grito colectivo de las comunidades indígenas, un “¡ya basta!” que puebla el espacio público y trastoca la Historia.
Ver entrevista completa: https://www.milenio.com/cultura/laberinto/el-zapatismo-se-adelanto-a-su-tiempo-guiomar-rovira