Astrid Solé, periodista y documentalista: «El grupo de acción conocido erróneamente como OLLA se considera el relevo de los maquis y de Mayo del 68»

Roger Costa/Directa*

La periodista y documentalista Astrid Solé Jordà (Barcelona, 1979) reúne, por primera vez, las voces de las protagonistas del grupo de acción libertario de los años setenta y ochenta conocido como OLLA (Organización de Lucha Armada), el nombre con que lo bautizó la policía franquista. Lo hace en Segon homenatge a Catalunya: un combat de l’autonomia obrera (Editorial Descontrol), a través del cual repasa una historia “muy orwelliana”.

¿De dónde surge la idea de hacer el libro?

Fue por casualidad. Conocí Felip Solé [militante libertario] por otros temas y, de vez en cuando, cuando acabábamos de hablar de lo que estábamos haciendo me explicaba esta historia. Fue él, que lo comentó con otros compañeros y pensaron que ya había llegado el momento de explicar la historia, y me preguntaron si yo la quería escribir. Yo no había hecho nunca nada así, es mi gran obra. Han sido ocho años y ha sido bastante laborioso, porque yo trabajo y lo he hecho a ratos. No es fácil encontrar los protagonistas y que, además, quieran hablar de este tema, porque hay gente que no había hablado ni con sus familiares. Algunos no han querido hablar, otros preguntaban quién era, porque quizás ellos hacían una cosa y el resto ni lo sabía.

Me preguntaban cómo sabía lo que ellos no sabían. Muchos se quedaban sorprendidos y yo los tenía que explicar que había hablado con esta persona y con esta otra. A veces, Felip me dice que hablara yo, porque él lo hacía, pero yo tenía la visión global. He intentado que sea súper ameno, que alguien que no esté avezado en leer cosas de política pueda seguir la historia sin saber qué fue, por ejemplo, el PSAN (Partit Socialista d’Alliberament Nacional dels Països Catalans).

¿Qué papel ha jugado Felip Solé en la creación del libro?

Todos los nombres que aparecen en el libro son nombres de guerra. Yo les preguntaba si querían que saliera su nombre o no. Algunos dijeron que sí –lo consideraban importante porque le daba veracidad–, pero otras no lo han querido. Felip es el que tiene más memoria. Por su trabajo, ha trabajado mucho la memoria y recuerda muchas cosas. Él no era el líder y no le gusta esta palabra porque no la usaban. Pero sí que es verdad que él era quien conectaba, quien hacía más reuniones con otros grupos. Y es el hilo conductor del libro.

¿Has entrevistado muchas personas para hacer el libro?

Treinta miembros del grupo. Casi todos, menos dos o tres, que o bien no los he encontrado o ya están muertos o no han querido hablar. Además, he entrevistado gente que estaba relacionada; al final he hablado con cincuenta personas.

¿Has hecho búsquedas en archivos o hemerotecas?

Sí, fuimos incluso a Salamanca, donde se encuentra la documentación del Tribunal de Orden Público. Allá salen los nombres reales, y esto me ayudaba, porque muchos de ellos, todavía hoy, se hablan por el nombre de guerra.

Dices que has encontrado errores y mentiras sobre el grupo en prensa y libros. ¿A qué te refieres?

Es que nadie había hablado con ellos. Primero, OLLA no es su nombre real, nunca se llamaron así. La gente habla de OLLA pero en realidad no tenían nombre. Por lo tanto, no les gusta; pero al final es el nombre que todo el mundo ha usado para referirse a ellos. Yo, de hecho, lo utilizo muy pocas veces. Eran un grupo autónomo sin nombre, anónimo. Después, como que no se ha hablado mucho con ellos, porque seguramente ellos tampoco tenían interés en hablar, muchas cosas no son exactamente como aparecen publicadas. Por ejemplo, en la Wikipedia aparece que se escindieron del PSAN, y no, lo abandonaron. O que después del MIL [Movimiento Ibérico de Liberación] se llamaron Resistencia. No, esto tampoco. Son aquellos textos que se van repitiendo y copiando, pero que nadie ha preguntado si son reales.

¿Por qué con el título del libro haces un guiño a George Orwell?

Ellos siempre me decían que su historia era muy orwelliana, porque él era anticapitalista y vino aquí a luchar por la revolución e hizo el primer homenaje a toda esta gente que lo intentó. Ellos consideran que son el relevo de aquella revolución social del 36, de los maquis, del Mayo del 68. Creen que son la herencia de todo ello y que todo esto los espoleó a empezar a luchar. Lo cual me servía para hacerles un homenaje a ellos, que intentaron hacer un cambio social. Y de aquí viene el Orwell. También me servía para hacer un diálogo con alguien, porque ellos me lo estaban explicando a mí y me servía que George Orwell fuera mi interlocutor y que yo se lo explicara a él, y él era el mundo.

¿Tuvieron una manera de organizarse original?

Me decían que los grupos que había estaban militarizados, en el sentido de grupo político. A ellos no les gustaba las jerarquías, los dogmas… , los rechazaban. Había otros grupos autónomos en Barcelona, pero ellos se inventaron un funcionamiento en que tres personas formaban un corro -círculo- y cada corro era totalmente autónomo. Si quieren hacer acciones, saben cuál es la ideología, pues que las hagan, no hace falta que lo consulten a los otros corros. Cada corro se autoorganizaba. ¿Necesitaban más gente? Pues hacían una acción conjunta. Consiguieron una infraestructura y una capacidad brutales, que no tenía nadie más: comprar armas en Suiza, la expropiación de la Pedrera… Llegaron a tener pisos y pisos llenos de munición y dinamita. Es el único grupo que tenía todo esto.

Ellos se lo inventaron. Si tres funcionan, pues no hace falta nada más. Como también querían ser anónimos y no hablar con mucha gente, pues no había que conocer todo el grupo, hablaban solo con tres personas y, si hacía falta, Felip hacía de conexión con más gente. Menos gente que se conozca, más seguridad. Al final, les funcionaba. También innovaron en cuanto a la lucha. Cuando fueron a Francia, los temas se diversificaron muchísimo hacia la ecología, contra la energía nuclear, a favor de la mujer, la casa de Moià, etc.

¿Fueron precursores, también, en estos temas?

Como no he estudiado a los otros grupos tampoco te lo sabría decir, pero es verdad que, como que tenían un grupo en Francia, la internacionalización los abrió mucho la mente. Conocían gente muy importante de la cultura francesa, alemana y de todas partes. Por ejemplo, manejaban revistas sobre sexo, naturaleza o plantas medicinales, que eran cosas en las que aquí no se estaba tan avanzado, pero en Europa sí. Y ellos lo traían. Lo podían hacer porque tenían un corro en Francia.

¿Cuál fue el papel de las mujeres en el grupo?

Ellos siempre me han dicho que en los otros grupos las mujeres eran las “compañeras de”, que eran muy progres pero la mujer hacía cosas de intendencia. Aquí no, aquí ellas hacían acciones, hacían lo mismo, llevaban armas e iban y hacían y decidían. Cuando hablas con ellas, te dicen que no lo veían tan reseñable, pero se le tiene que dar importancia. Ellas dicen que en su caso no había machismo, pero también se tendría que ver si no había machismo. Al final, lo que vives tú no lo ves; en aquella época no lo debían de ver y ahora tampoco lo ven como nada fuera de lugar. Pero sí que lo era: las mujeres realmente tuvieron un papel importante porque eran iguales. Era feminismo total. No veían la diferencia entre hombres y mujeres; somos personas, podemos hacer lo mismo. Que lo percibieran en aquella época es importante porque ahora todavía se está reclamando. Ellas no le dan importancia. A veces las mujeres no vemos la importancia de las cosas que hacemos y realmente tienen mucho valor, y más en aquella época.

El grupo decía que no hacían lucha armada, sino agitación armada. ¿Cuál es la diferencia?

Ellos diferencian mucho lo que es lucha armada de la agitación armada. Para ellos, la agitación armada es utilizar las armas como método de intimidación y defensa, o sea, para hacer una expropiación necesitas un coche para entrar y salir, necesitas armas para te hagan caso y necesitas una bolsa para coger el dinero: el arma era una herramienta más. Ellos no la utilizaban, la utilizarían si hacía falta. Si te apuntan, pues la utilizarían, evidentemente, pero no iban a disparar.

Esta es la diferencia. Para ellos terrorismo es el que hacía el Estado. El Estado era terrorista, el Estado te atemorizaba, te cogía, te daba miedo, te torturaba, te llevaba a la prisión. Esto era terrorismo. Ellos no lo hacían, al contrario, utilizaban armas como otra cosa que hubieran podido utilizar para atacar el sistema, era la única manera. Querían ir a por todas. Tirar octavillas en la calle no cambiaba las cosas, ir a manifestaciones no cambiaba las cosas. ¿Qué podían hacer? Pues decidieron hacer agitación armada. Es la única manera que encontraron de ir a por todas. Después cambiaron, pero al inicio era la única manera que encontraron.

¿La relación con el MIL fue muy intensa?

Se conocían. De hecho, tenían la intención de fusionarse. Oriol Solé i Salvador Puig Antich hablaban mucho con ellos de fusionar los dos grupos, pero siempre que el MIL abandonara las siglas, porque ellos eran anónimos y no querían siglas. De hecho, dicen –a pesar de que no está documentado– que cuando se autodisolvió el MIL era por eso, también, para abandonar las siglas y formar este grupo autónomo, hacer un corro más con la gente del MIL. Hicieron dos expropiaciones juntos, las dos primeras que hicieron ellos, los dejaron armas y las hicieron. Entonces, justo cuando estaban hablando de la fusión, cogieron a los miembros del MIL, entre otros a Salvador, acusado de matar un policía. Vieron que le iba a caer una pena muy dura y crearon el Comité de Solidaridad con los Presos del MIL. A este comité se añadió otra gente y se coordinaban con otros comités de solidaridad de toda Europa para realizar acciones. Y entonces, explotaba una bomba a Toulouse, una a París y una Barcelona el mismo día.

¿La condena de Puig Antich cambió la vida del grupo?

Fue un punto de inflexión brutal. Desde que cogieron a los miembros del MIL, crecieron muchísimo; en infraestructura, en armamento, en todo. Toda esa infraestructura la construyeron para intentar salvar la vida a Salvador –que no lo consiguieron– y, cuando acabó, dijeron: ¿Y ahora qué hacemos con todo esto? Nosotros queríamos ser un grupo autónomo de apoyo de la lucha obrera. Ahora que tenemos tanta cosa no nos hace falta. Queríamos ser anónimos, pues volvemos atrás, volvemos a lo que queríamos ser.

Pero entonces empezaron las detenciones de algunos de ellos y se exiliaron. Piensa que durante la campaña por Puig Antich, hicieron el Dosier MIL e iban puerta por puerta explicando qué era el MIL. Ir en coche hasta Francia para habla con gente, a Alemania, a Bruselas, coordinar acciones, volver, que los polis no te cojan, un día para ir, un día para volver, horas y horas sin dormir… Hicieron un trabajo brutal. Coger los abogados y llevarlos a hacer un tour para que expliquen el juicio. Se dejaron la piel por nada, pero lo intentaron.

¿Tenían muchas conexiones internacionales?

Cuando se produjeron las detenciones y se exiliaron, conocieron a mucha gente. Entonces se diversificaron muchísimo. Hicieron mucho cine, por ejemplo. Había un corro de cine. En Francia conocieron más gente y ampliaron mucho este abanico. En los años ochenta se fusionaron con el mundo de la cultura underground. También tocaron tema ecológico también. Se unían con otros grupos de todas partes para hacer cosas, para hacer acciones. Hacían la acción y volvían a la suya. Era simplemente colaboración. O pasarse información o ayudarse. ¿Necesitas documentación? Yo tengo una imprenta clandestina. ¿Necesitas cincuenta DNI o carnets de conducir? Ten. ¿De Francia? De Francia. ¿De Alemania? De Alemania. Esto ahora es imposible. En aquella época no estaba controlado, tú cogías aquí un avión y llegabas allá y dabas otro pasaporte y nadie sabía que habías pasado la frontera. Divisas: nadie controlaba que tú pasabas ocho millones de un lado al otro, nadie te lo miraba. Por ejemplo, me decían que iban con 50 pasaportes y a cada cual enseñaban uno de diferente. Las fotos eran de mala calidad, todo ayudaba. Está claro, cuando la cosa tecnológica mejoró, todo era más difícil, tenían que hacerse todo mejor. Eran unos grandes impresores. Siempre me dicen que sus falsificaciones eran perfectas, que todo el mundo decían que eran buenísimos.

¿La falsificación de cheques de viaje también fue un gran éxito del grupo?

Sí. Era hacer lo mismo que con las expropiaciones pero sin armas. Ibas a un banco, enseñabas un cheque de viaje y te daban dinero.

¿Cómo funcionaba esto?

Vas a una agencia, cambias dinero por cheques de viaje y, con estos cheques, vas a Francia y te dan el dinero. Simplemente tenías que ir a un banco, enseñar un DNI que correspondiera con el nombre que había al cheque y te daban el dinero. Vieron que esto funcionaba. ¡Y sin armas! Si te cogían, la pena era mucho más baja. Iban parejas por toda Europa, en diferentes ciudades, el mismo día. Era una manera de destrozar el capital, porque estafaban a los bancos; pero también era una manera de dar trabajo a gente que no quería trabajar, que querían vivir de otra manera. Algunos decían: “son delincuentes”, pero ellos lo veían como parte de otra sociedad. ¿Por qué tenemos que ir a trabajar si tenemos dinero?

Pero ellos trabajaban…

Exacto, la lucha era algo más. Porque no era que ellos cambiaran los cheques; ellos los imprimían y la gente que hacía el trabajo eran amigos o conocidos, gente que se lo pedía. Una parte del dinero se la quedaba la persona que lo hacía para hacer lo que quisiera y la otra parte era para el grupo.

¿Conocieron antiguos maquis?

Algunos me dicen que habían hablado con ellos aquí en Cataluña y que los conocían. Cuando se exiliaron, en Perpiñán, allá sí. Allá era diferente, todo era mucho más abierto. Francia no era vivir la clandestinidad, allá podían hablar y discutir en medio de la calle, aquí no. Ellos siempre decían que habían hablado con maquis y los habían explicado su lucha, pero no sabría decirte dónde ni con quién. Al MIL sí que le gustaba mucho ir a las montañas, una influencia más de maquis.

Ellos decían que eran más de los tupamaros, de la ciudad. Vivían y trabajaban en la ciudad, no querían ir a la montaña, no estaban tan influenciados por eso. ¿El MIL hablaba mucho de los obreros, pero hasta qué punto estaban relacionados con los obreros? Ellos no es que estuvieran relacionados con los obreros, es que eran obreros. El MIL no trabajó. Siempre me decían que no entendían por qué trabajaban si lo que querían era no trabajar y vivir la aventura. Pero ellos decían que eran obreros de ciudad, o sea, guerrilla urbana. Las montañas sí, pero para ir de excursión. La cosa esta de vivir escondidos en las montañas no la veían para ellos.

¿Qué fue el espacio contracultural de Moià?

Tampoco está explicado en ninguna parte y es superchulo. La Tys tenía una madrina y falsificaron el testamento, y, cuando la señora murió, tuvieron una casa, que era una masía. Una parte del grupo habían vivido en Formentera y habían visto que hay otra manera de vivir, mucho más libre, mucho más hippy. Lo intentaron importar y lo consiguieron. Esta masía se utilizó para hacer contracultura; les gustaba mucho el cine y el arte y conocieron todo este mundo underground barcelonés: La Fura dels Baus cuando empezaban, Ocaña, Nazario, Pau Riva, etc.

Una parte del grupo vivía en la masía y éstos iban pasando y se quedaban semanas. Sabían que allá había un espacio de refugio y que podían ir y quedarse un tiempo para crear. Era colaborativo, otra manera de vivir: autogestión, tenían un huerto, se hacían la comida, tintes con plantas… Por ejemplo, Guardans, un científico que trabajaba en la universidad, enchufó un ordenador al televisor y escuchaban el ruido de las ballenas y de los murciélagos, y uno de estos fragmentos salió al primer espectáculo de La Fura dels Baus. También pasaron Els Joglars antes de ser Els Joglars.

¿Cuándo murió Franco continuaron luchando?

Sí; me lo decían mucho, porque eran antifranquistas, pero sobre todo eran anticapitalistas. Que había franquismo, pues antifranquistas; pero, si hubiera habido socialistas, creo que también habrían sido antisocialistas, porque ellos lo que querían era cambiar el sistema, querían vivir en otro mundo, un mundo más libre, más alegre. Evidentemente, el franquismo ayudó, porque la represión era brutal, pero cuando acabó ellos continuaron luchando porque el capitalismo aún existía y ellos eran anticapitalistas a muerte. Al final, los partidos políticos vinieron e hicieron esta transición, que tampoco les gustaba, así que lucharon contra esta transición. Por entonces ya eran luchas más concretas. Ellos nunca se definieron con una ideología. Si la sociedad, los obreros, la gente decían que esto no les gustaba y ellos también lo pensaban, pues se ponían a eso. Apoyaban las luchas que creían que eran necesarias para avanzar hacia una sociedad mejor. Las luchas continuaron y todavía continúan ahora. Si ahora existieran, seguramente apoyarían la lucha por la vivienda o a organizaciones que todavía están luchando hoy en día. Se lucha para cambiar la sociedad, el sistema. Es mucho más que el franquismo. Ellos no eran solo antifranquistas, querían luchar contra el sistema, lo querían cambiar.

En 1988 se autodisolvieron. ¿Por qué?

Como tenían tantos contactos, vieron que en Europa muchos grupos se estaban disolviendo. Vieron que en la sociedad ya estaban operando muchas entidades, que ya eran legales, que ayudaban la gente. Todas las cuestiones vecinales, el feminismo, la lucha ecológica eran entidades legales que funcionaban bien. Lo hablaron, hicieron muchas reuniones y decidieron que no había que continuar como lo venían haciendo. Se disolvió el grupo como tal, pero continuaron luchando individualmente, cada cual a su manera.

¿Crees que este grupo ha sido referente para otros grupos?

En la sociedad de hoy en día la gente continúa luchando; pero ellos siempre han sido anónimos, porque nadie los conocía hasta ahora. Ellos, como referentes, no lo creo, pero la lucha continúa, porque la sociedad es inconformista y pide movimiento, y todo el mundo tiene su manera de luchar.

¿Consideras que la agitación armada es legítima hoy en día?

Yo estoy en contra de las armas, para mí no. Hay otras maneras de luchar. Yo no estoy a favor ni de las guerras ni de las armas. ¿Qué se tiene que luchar? Sí. ¿Se tiene que ser más contundente en algunas cosas que hacemos nosotros hoy en día? También. Pero, evidentemente, no estoy a favor de las armas.

No puedo hablar por ellos ni tampoco quiero opinar sobre qué harían ahora, porque ellos siempre dicen que es otro contexto, otra época, que al final todo se tiene que situar en su momento, que ellos actuaron en aquella época, en los setenta y ochenta, y que ahora, en los dos mil, no saben qué harían si se lo encontraran.

¿Y crees que es factible?

Seguramente no sería factible. Ahora los bancos están superprotegidos. Ahora tú vas a un banco y no ves la caja fuerte con la puerta abierta con el dinero dentro, esto es impensable. Por eso hay que situarlo en el contexto que era, en el que la informática no estaba tan desarrollada, las fotocopias eran las que eran, la policía no estaba tan preparada, en las persecuciones hablaban por las radios de los coches y ellos tenían una radio con que los podían oír. Tal como lo hicieron, ahora sería imposible. Por eso ahora tiene que ser una lucha diferente.

¿Qué conclusiones extraes?

Cuando estaba redactando el libro, había días que me estancaba. Pensaba que no acabaría saliendo, pero al final pensaba que si encontraba una editorial que lo publicara… Y Descontrol ha sido muy valientes para editarlo. Si la gente quiere saber quién era ese grupo autónomo, que no tenga solo aquellas cuatro líneas, porque son dieciséis años de lucha. Que quede para la posteridad: aquí está la historia de este grupo, bastante exhaustiva. Yo he aprendido mucho, he conocido mucha gente que no hubiera conocido nunca de otra manera, he aprendido mucho del sentimiento de solidaridad entre ellos. Realmente luchaban por una causa y lo intentaron, y muchas cosas las consiguieron. Conocer este tipo de gente te levanta la moral. Realmente se pueden hacer cosas y se pueden cambiar. Pues intentémoslo, ¿por qué no? Si alguien se lo lee y dice: “Venga, va, intentémoslo”. A veces necesitas un empujón. A ellos también les pasó: los del 36 lo intentaron, los de Mayo del 68 lo intentaron, pues intentémoslo nosotros. Es lo que hicieron ellos. Pues es esto, una historia que te puede ayudar a intentar algo. Es también mi granito de arena: esta historia estaba quedando olvidada.

*Esta entrevista se publicó originariamente en la revista Directa el 12 del 12 de 2014

Astrid Solé Jordà (2024): Segon homenatge a Catalunya: Un combat per l’autonomia obrera, Descontrol.

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