Fotografía y textos: Carlos Usón
Cuando la respuesta es equivocada siempre se pueden buscar nuevas respuestas, pero cuando la equivocación está en la pregunta, la cuestión es más compleja porque hay que revisar la concepción misma que te ha llevado a la pregunta
Mujeres Creando (María Galindo)

«A estas alturas sabemos que si las paredes hablaran pedirían grafitis para tener boca y brazos para hablar y abrazar».

«Las grafiteadas no pierden su música, su fuerza, su sentido, no las desgasta el paso del tiempo, siguen sudando (…), abrazando y acompañando a lxs rebeldes, siguen llamando a la desobediencia, al placer, al amor, a la lucha».

«¡¡¡Somos grafiteras, no dinamiteras!!!»

«El afuera no está al margen de, ni es la marginalidad de la sociedad, tampoco es la marginalidad de la historia. Lo que se ubica afuera del sistema es todo aquello que el sistema mismo aún no ha podido engullir y tragar».

«Cuando grafiteamos estamos luchando (…) Para nosotras luchar se conjuga con amar, con sentir, crear y divertirse. (…) Nosotras entendemos las pintadas como una acción artística y por eso reconocemos la autoría individual sólo cuando extractamos un verso escrito porque su fuerza incontenible, no es la individualidad sino la colectividad pensante, actuante y soñante. Firmamos como Mujeres Creando, firma que va más allá de cada una de nosotras y que involucra también a esas mujeres que deseamos convocar y seducir. Firmamos porque damos la cara por lo que pensamos y porque queremos que quien lee las grafiteadas sepa que detrás de esas palabras hay una práctica colectiva concreta.
Sin embargo, el grafiti o pintada no es la frase pensada, o escrita en el libro, es la frase escrita en el muro, porque en ese acto pones el cuerpo. El dónde y el cuándo resultan también un proceso de creación colectiva sobre el espacio, es decir la calle y la ciudad, y sobre el espacio histórico político, que es el cuándo y el porqué».

«la relación entre ética y estética involucra todo el proceso creativo»

«Nuestras acciones creativas tienen color de piel, género, clase social, opción sexual y posicionamiento. Las de ustedes y de aquellos que no desean reconocerlo, también».

«No hay una estética más allá del bien y del mal, no hay una estética más allá de la historia y de las relaciones sociales en las que se encuentra».1

Ahora bien, la realidad no es siempre la que nos dibuja con este trazo tan preciso Mujeres Creando. El uso de la figura femenina desde el muralismo es tan variado como comprometido con el mensaje que pretende trasmitir. La ideología traspira por la piel de la pared grafiteada con impudor y el capitalismo avanza engullendo, una vez más, lo que nació como protesta para evidenciar las contradicciones del sistema.


Recogiendo el deseo condicional de María Galindo … si las paredes hablaran… querríamos que abrazaran mujeres con rostro, mujeres que van más allá de la indumentaria que las viste o las desnuda. Mujeres en el más amplio sentido de la palabra, para que fueran su voz, para que respirara en sus anhelos de libertad, su necesidad de ser sin ser interpretadas, de existir sin concesiones, limitaciones ni permisos.
Para que el color deconstruya la luz y rechace la violencia, esa que obliga a construir casas de acogida que pretenden la libertad encarcelando al miedo. Que buscan transformar en normalidad la derrota. Su presencia nos impele, nos cuestiona, nos desnuda, saca a la luz nuestras más miserables miasmas. En ellas, junto a las mujeres maltratadas y amenazadas, encerramos nuestra hipocresía como sociedad incapaz de dar una solución definitiva a la violencia machista y desvelamos nuestra ineptitud para ir más allá de la gestualidad de los minutos de silencio, que en muchas ocasiones esconden vidas enteras de mudez, sumisión y tortura.

A veces, muchas veces, demasiadas veces vemos a la mujer como una entelequia sin entidad propia, sin vida, esculpida en mármol, que transita entre la belleza clásica y estereotipada que hace de ella cuerpo y dimensiones de boutique y la modelan como maniquí de escaparate.

Una visión que la aleja de la realidad de nuestras vidas, que desdibuja su derecho a ser, su estatus de persona, que rechaza la diversidad y reduce al ente físico su emocionalidad, su trabajo, sus sentimientos, sus razones de ser, su lucha, su inteligencia, su identidad relacional, que les niega, en definitiva, la vida, más allá del deseo de algunos hombres de ver en ellas muñecas más que compañeras. … si las paredes hablaran clamarían contra esas visiones edulcoradas de la vida, contra esas imágenes bucólicas y pastoriles, trivializadoras, ensimismadas, evocadoras de una realidad empalagosa que las mantiene esclavas, que las construye serviles y que nos sirve, desde niños, niñas, para creer que existe un mundo ideal, sin explotadores ni explotados, sin violencia, sin miserias, construido a la medida de nuestros deseos. Que, como en este caso, dibuja una España vaciada de crueldad, abandono, dureza y descrédito. Una ruralidad desalojada de sí misma.

- 1 Hasta aquí, todos estos textos están extractados del libro de María Galindo Feminismo Bastardo. ↩︎