Dirección: Sandhya Suri
Reino Unido, Alemania, India y Francia. 2024
Paco Marcellán
El cine indio, más allá de Bollywood, está conociendo una notable atención y expansión en Europa. Las problemáticas inherentes a la denominada “mayor democracia del mundo” como la estratificación en castas, las diversidades religiosas (musulmanes, hindúes, budistas), la incesante lucha de clases pese a los intentos de los gobiernos por potenciar una clase media urbana frente a la miseria del medio rural y las áreas metropolitanas, se combinan en esta película en la que se reflejan la intolerancia religiosa, misoginia, corrupción y violencia que constituyen señas de identidad del sufrimiento cotidiano de las clases populares de la India.

Santosh (interpretada por Shahana Goswami) es la viuda de un policía fallecido en un enfrentamiento con manifestantes en una concentración reivindicativa laboral y se acoge a un programa del gobierno indio titulado “trabajo compasivo” para favorecer una vinculación laboral de familiares en el departamento en el que trabajaba el deudo y solicita ingresar en el cuerpo de policía. La contradicción entre la independencia familiar (fruto de un matrimonio libre de estas ataduras) y la necesidad de una autonomía económica mueven a Santosh a adoptar una decisión para su futuro observando el retrato de su marido. La escena del “interrogatorio” en la oficina policial en la que entrega su solicitud y la recepción misógina por parte de sus compañeros de comisaría anuncia un difícil recorrido en el trabajo.
El momento que alterará la vida de Santosh es la aparición de la inspectora Sharma (Sunita Rajwar) para dirigir una investigación por el asesinato de una niña de casta inferior violada y asesinada y cuyo cadáver descubren en un pozo del que se nutre de agua la población de la casta dalit (intocables) de una villa rural. Entre ambas buscarán esclarecer algo más que una desgraciada casualidad, también una constante en la sociedad masculina hindú, protegida por unas leyes decimonónicas. Los habitantes trabajan a merced de un terrateniente de una casta superior y la investigación lleva a Santosh y Sharma a un sospechoso que tuvo intercambios por whatsapp con la víctima y del que se han recabado datos de que se encuentra en Mumbai. Su búsqueda en esta ciudad se convierte en la obsesión de ambas. Las escenas nocturnas y la detención del joven sospechoso del crimen gozan de un valor cinematográfico notable. El retrato de los bajos fondos urbanos, la débil luz, la dinámica del tráfico constituyen elementos que perfilan decisivamente el thriller y su tensión dramática.
La segunda parte de la película aborda el interrogatorio del detenido con escenas de una dureza física increíble y en la que el protagonismo último lo asume Santosh. El remordimiento por la violencia y las dudas en relación con la autoría del asesinato, le llevan a investigar sobre el terrateniente que contrató a la familia del presunto asesino y descubre que ha estado involucrado en el asesinato con otros miembros de su casta superior. El echar tierra sobre abrir una investigación oficial, de nuevo, motiva que Santosh tome una decisión sobre futuro que culmina la película.
El decorado ambiental en los edificios oficiales, los uniformes policiales que agudizan los aspectos visuales de la película, la respuesta de los vecinos de la victima pidiendo justicia ante la desidia policial, el desdeño de los patronos cuando contemplan el entierro de la víctima, el miedo estructural de los familiares del presunto asesino, que defiende su inocencia hasta morir torturado, la música en el movimiento de las personas como elemento relajador durante una persecución, motivan que el espectador se quede atrapado en la búsqueda de las razones existenciales de las protagonistas.
La directora (y guionista) de la película asume proyectar la historia y el punto de vista de Santosh lo que facilita una identificación de los espectadores con la protagonista, a la par que sintetiza la visión femenina del trabajo policial frente a la testosterona y la visión burocrática que exhiben sus compañeros de comisaría. La directora consigue mantener la atención e interés durante los 125 minutos de duración de la película gracias al excelente diseño de una atmósfera, opresiva, embriagadora y a un excelente guión.
Un cine necesario para conocer una realidad distinta y distante como la de la India, en la que los choques sociales apuntados anteriormente, la explotación y las dificultades de una respuesta por parte de “los de abajo” dados los condicionantes religiosos y la pobreza manifiesta, constituyen un motivo de reflexión para quienes desde el Norte son incapaces de vislumbrar y colaborar en el cambio de los explotados en el Sur global.