La propiedad privada, los egoísmos de la multipropiedad

Manel Aisa Pàmpols

La propiedad privada forma parte del derecho de conquista que, ya en siglos pasados, se otorgaron los pueblos bárbaros que buscaban la conquista de las tierras y la sumisión de los pueblos pacíficos, para convertirlos en esclavos o algo parecido. Es decir, adquirir el derecho de poseer por la fuerza al otro.

Las guerras que se han propiciado a lo largo de la historia parten en esa dirección, el de buscar un enemigo, y si es más débil mejor, para arrebatarle todas las riquezas y bienes que administra y, en definitiva, ejercer todo el poder de unos sobre otros.

El capitalismo a partir de la producción en cadena de bienes, en sus doscientos cincuenta años de expansión ha reglamentado la propiedad a partir también del derecho de la explotación de unos sobre otros. El resultado es que la propiedad de los bienes construidos a lo largo de varias generaciones está en manos, cada vez, de un número menor de familias y, en este último periodo, se ha ensanchado esa diferencia. Esas grandes corporaciones o familias se creen con el derecho de seguir legislando a su favor gracias al entramado y el entresijo en forma de telaraña que ha construido una sociedad cada vez más sumisa al dictado y reglamento de los que ejercen el poder, a través de la manipulación y la mentira.

Por el momento solo hay un camino, y es el desandar el recorrido hasta el hoy, y la democracia de los pueblos, debe de dejar de lado la “plutocracia” en la cual se han instalado las dictaduras demócratas actuales y, definitivamente, volver a la racionalidad de una democracia que debe de ser de todos, y para todos, donde el beneficio del esfuerzo del trabajo sea en beneficio de lo común. Como decía el propio Anselmo Lorenzo, donde ya hace más de un siglo escribió que todos tenemos el mismo derecho a sentarnos en el banquete de la vida.

Es preciso también entender que la actual dinámica de la sociedad del despilfarro solo nos conduce cada vez más a la desazón de la vida, al desenfreno de una galopante sociedad cargada de injusticia con muchos problemas psíquicos, de desorientación de personas que pierden el tren de la vida.

Hay que ralentizar el ritmo esquizofrénico y desequilibrante de la vida, y, para ello, entender que el planeta no es ilimitado y que los recursos que podemos tener al alcance de nuestras manos, no son nuestros, sino que los gestiona la propia naturaleza. Es decir, eso significa que no somos dueños de la naturaleza y, por lo tanto, no podamos utilizarla a coste cero.

Sin duda, la propiedad no puede continuar siendo privada y menos todavía, proteger la multipropiedad con los impuestos del rendimiento del trabajo, no tiene sentido, que el esfuerzo de todos sirva para la especulación de unos pocos espabilados que lo que pretenden es vivir a costa del esfuerzo de los demás. Y que, encima, encuentre lógica y protección ese proceder que debe de dar paso a otra visión de la propiedad, como bien común , y si realmente queremos dar una oportunidad a nuestros descendientes,debemos empezar a cambiar de hábitos, que pasa por volver a entender una lógica más colectiva, que apuesta por las personas y su entorno, más en un momento en que se nos hace evidente que el futuro pasa por el decrecimiento, es decir, por frenar esa esquizofrenia del capitalismo que se le queda pequeño el planeta y cada día quiere más y más.

No tienen sentido los parámetros de crecimiento que se rigen en todas las economías estatales, hay que buscar y encontrar otro ritmo a la vida.

La reflexión del mundo anarquista que puede estar en contra de la propiedad privada, no es por un capricho, por considerarla un mal si se quiere ancestral, que siempre acaba perjudicando al más débil, (otros hablan de la condición humana), otra de las claves de este mal (ya hemos esbozado antes) es sobre todo la multipropiedad, que se produce en muchos casos a través de la herencia, esa herencia de conquista por la especulación y que nada tiene que ver con el esfuerzo del trabajo, el esfuerzo personal de cada uno de los seres humanos.

Los intereses creados por los especuladores son espectaculares y la idea de su capacidad de convicción casi siempre termina por enviarte a los esbirros que los protegen, la violencia que engendran las clases pudientes sin pestañear, cuando no tiene el discurso de la convicción solo pueden vencer por la fuerza o a partir de la creencias, de lo que nos es dado, y nos han inculcado como sociedad con el famoso “Es lo que hay”, que destroza toda convicción de que hay que luchar y que nos arrastra a la sumisión y ese esclavismo encubierto.

Entender que la naturaleza no es del usufructo del primero que pasa y se hace con ella, como es el caso común de ese capitalismo exacerbado que como una apisonadora arrasa con todo lo que encuentra por la tierra, el mar o el aire, donde lo natural es asediado de una manera desorbitada.

Hay que volver a los cauces del respeto por la vida de todo, y de todos, por eso el primer paso probablemente es recuperar la biodiversidad de los espacios naturales, y plantar cara a los individuos que rigen y nos dictan las normativas de una vida en común completamente manipulada donde estamos caminando como zombis hacía la extinción masiva.

Por lo que tenemos que ser capaces de salir de ese círculo vicioso de la propiedad, que encierra todos los males del sistema, ese sistema que nos está devorando y del cual no sabemos salirnos por el gran miedo que a cada paso nos infringen.

En una sociedad donde las necesidades obligan, y pasan por al menos cuatro episodios que se deben resolver de cada una de las familias que son: el hambre, la vivienda, el conocimiento, y la salud. En una sociedad que quiere resolver a cada momento esos cuatro pilares, tiene que ser capaz, al menos, de revisar urgentemente la propiedad privada y, sobre todo, la multipropiedad que pienso que, no puede ni debe de tener recorrido en una sociedad sin ánimo de lucro, de convivencia, en igualdad de condiciones, donde no existan amos ni lacayos.

Hay que recuperar la biodiversidad de cada espacio del planeta que ha sido degradado y abandonado a su suerte. Por eso se establece cada vez más claro la lucha por el agua, o las materias primas, “HASTA LA FALTA DE EXISTENCIAS”, si la falta de recursos, en una sociedad que debe ya de medirse en otros parámetros, y eso es urgente. Hay que cambiar de hábitos, de actitudes. Nuestro día a día debe ser mucho más relajado, ya que por el camino actual no vamos a ninguna parte, tan solo a la mierda de un mundo enfangado en sus propias defecaciones, que hay que decirle a los egoístas que su reloj ha dejado de dar vueltas, ahora solo puede ser la hora de los pueblos que se adapten al bien común. “Aquí o en la Cochinchina”.

Salud

Marzo de 2025

Un comentario en “La propiedad privada, los egoísmos de la multipropiedad

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