Gabriela Cladera
El 21 de octubre de 1901 en el marco de la represión de una huelga en la fábrica Refinería de Rosario, una bala certera en la nuca acaba con la vida de Cosme Budislavich, la primera víctima obrera en Argentina. El impacto social fue mayúsculo.
Desde Buenos Aires llegan, para asistir al funeral, dos dirigentes del Partido Socialista: Juan B. Justo y Enrique Dickman. Serán ellos quienes bautizan a la ciudad «la meca de la anarquía» y «la Barcelona argentina». Adrián Patroni, corresponsal por La Vanguardia para cubrir los sucesos, dijo que Rosario era “el cuartel general de la propaganda anarquista”.1
¿Cómo se había arraigado la anarquía en la clase obrera rosarina?
Comencemos para contar algo de la ciudad…
Hasta 1852, la villa del Rosario era apenas un rancherío que había surgido sin plan ni fundador en el cruce del camino real que comunicaba Buenos Aires-Córdoba y las rutas al Norte que llevaban al Paraguay.
La razón de elevar a la villa a la categoría de ciudad estuvo dada por la necesidad de proveer de un puerto a la Confederación Argentina, que por entonces se hallaba separada de la provincia de Buenos Aires.2 Las condiciones de sus barrancas sobre el Paraná la convertían en un excelente puerto natural. Este factor sumado a su situación estratégica en los caminos terrestres y a la adopción, ya con el Estado unificado, del modelo agroexportador serán los motores de un crecimiento exponencial de la novel ciudad. A las actividades portuarias, se agregaron los talleres ferroviarios y la principal industria del interior del país, Refinería.
Así, Rosario devino un polo de atracción de migrantes de otras provincias y de los inmigrantes llegados de ultramar. El crecimiento acelerado que vivió la ciudad de Rosario la llevó a multiplicar su población diez veces en tan sólo 45 años, pasando de 23.169 habitantes en 1869 a 245.199 en 1914. Entre ellos, el 41% eran extranjeros, porcentaje que se eleva a más del 70% si se considera sólo la población masculina.

La inmigración era marcadamente económica y el perfil del inmigrante era el de un varón joven, soltero y sin instrucción, proveniente del sur de Europa, principalmente italianos, españoles y franceses. Sin embargo, con muchos de ellos, arribaban en sus modestos equipajes las nuevas ideas sociales. Y otros, aunque minorías, llegaban huyendo de sus países de origen debido a sus luchas en pos de las ideas revolucionarias.3
Rosario y la anarquía
El historiador Paulo Menotti4 señala tres etapas en el movimiento libertario rosarino, a la primera la llama “Los precursores”, 1886/1896
A mediados de la década del 1880 ya hay una presencia destacada de anarquistas en la ciudad. No todos ellos compartían el modo en que debía instrumentarse el cambio social. Usando los términos de la época, la anarquía rosarina se debatía entonces entre organicistas, y antiorganicistas. Estos últimos eran partidarios de la propaganda por el hecho. Dos de ellos, se verían luego vinculados a acciones en Barcelona.
Paulino Pallás, que realizó el atentado contra Martínez Campos, había vivido en la ciudad desde 1888 a 1890 y también Francesco Momo, un italiano que fabricaba bombas Orsini y que murió en Barcelona manipulando una de ellas; dos Orsini rescatadas de su taller fueron empleadas por Salvador en el atentado al Liceu.
Entre 1885 y 1889 uno de los grandes teóricos de la anarquía vivió en Argentina, Errico Malatesta. Su presencia, influyó en la multiplicación de prensa y de centros culturales en las principales urbes, entre ellas Rosario. En 1890 se realizó el primer acto en esta ciudad en memoria de los Mártires de Chicago, los organizadores eran anarquistas. Además de Rosario, la fecha se conmemoró en otras tres ciudades: Buenos Aires, Bahía Blanca y Chivilcoy.
En la década de 1890, otro teórico que recorrió Sudamérica difundiendo la Idea, fue decisivo para inclinar la balanza hacia un anarquismo partidario de la organización. Fue Pellico, Antonio Pellicer Paraire, quien difundió las ideas de organizarse por oficio y por localidad.
La hora libertaria
Un hito en la lucha obrera liderada por los anarquistas fue la «gran huelga del 96». Una derrota en la que intervino el ejército, sí, pero que implicó el acercamiento definitivo entre los anarco-individualistas minoritarios y los anarco-sindicales.
La etapa que se inicia con dicha huelga y que se extiende hasta 1920, aproximadamente, es en la que la ciudad, convulsionada por la lucha social, la presencia de prensa y ateneos o círculos destinados a reuniones obreras y difusión de la Idea, la creación de la Casa del Pueblo se conoce como «la Barcelona argentina». En la Casa del pueblo, que nació con el siglo en paralelo con la de Buenos Aires van a encontrar cobijo distintos grupos: Librepensadores, Ciencia y progreso, Las proletarias, Germinal, que desarrollaban actividades en la ciudad.
La Casa del pueblo fue crucial, sitio de mítines y conferencias, una Biblioteca abierta, representaciones teatrales y musicales, espacio de reunión de huelguistas …
En esta etapa la prensa ácrata es profusa, aunque las publicaciones tienen vida efímera: La libre iniciativa, La Nueva Humanidad, La libera parola, Solidaridad, circularán en fábricas y talleres.
Otra marca de aquellos años es la violencia del Estado, que no vacila en emplear al ejército y derramar sangre para reprimir a los obreros.
Coincidieron, además, viviendo en la ciudad algunos destacados militantes de la Idea:

Virginia Bolten, la sanjuanina que estuvo al frente de la huelga mayoritariamente femenina de Refinería. Virginia además publicó en Rosario una de las dos ediciones de La voz de la mujer. Un periódico que advertía que salía cuando podía y tenía por lema: «Ni dios, ni patrón, ni marido».
El destacado escritor uruguayo Florencio Sánchez, que en sus obras denunciaba la desigualdad e inequidad reinante, y que llega a Rosario huyendo de Uruguay. Asiduo a la Casa del Pueblo, fue colaborador de la prensa ácrata incluso la de alcance internacional, como La Protesta. Durante la huelga en Refinería, en la que la policía asesina a Cosme Budislavich, fue delegado de los obreros.
El ya mencionado Pellico, un catalán errante propagador de las ideas anarquistas en dos continentes. También el italiano Pietro Gori; si bien estaba radicado en Buenos Aires, visita por esos años con frecuencia la ciudad.

En 1901 se había organizado la FORA (Federación obrera regional argentina) con hegemonía anarquista también incluía socialistas, que se separaron en 1905 cuando la FORA se adhiere al anarco-comunismo. Los socialistas formarían otra sindical obrera: la UGT. La FORA estuvo presente como la principal protagonista de las luchas obreras hasta el lento declive de la anarquía.
En 1907 estalla en Buenos Aires la primera huelga de inquilinos. La acción se replica en Rosario, con la particularidad que la sección de la Fora local, FOR, se involucra debido a la mayoría ácrata en una lucha ajena a lo laboral, pero no a las condiciones de vida de los proletarios.

Para entonces el Estado buscaba instrumentos para frenar a los revolucionarios, además del sable y las balas. Ya en 1902 el gobierno había adoptado una medida que golpearía de lleno a la anarquía: la llamada Ley de Residencia. Por la misma, el Poder Ejecutivo podía expulsar a todos los extranjeros «indeseables», entendido por tales a quienes promovían la «agitación social». La ley estuvo vigente hasta 1958, su aplicación privó de numerosos militantes a la Idea5.
El lento camino al declive
Mientras en Rosario y en otras ciudades como La Plata, los anarquistas continuaban dominando la escena de la lucha obrera, en Buenos Aires crecía un socialismo reformista que propiciaba la lucha en el plano político, presentándose a las elecciones y que fue atrayendo a la clase obrera criolla.
En 1916 llega al poder Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical, en las primeras elecciones «limpias» del país (voto secreto, obligatorio y universal masculino sobre la base de padrones militares). El radicalismo había intentado tres veces desplazar a la oligarquía gobernante por la vía revolucionaria, por tanto, generó expectativas entre los trabajadores que pronto naufragaron en las brutales represiones.
A fines de la década del 1910, los ecos de la Revolución Rusa convulsionaban al mundo. Argentina no era la excepción. Las huelgas estallan en todo el territorio, siendo las más conocidas «La Semana Trágica» en Buenos Aires, (1919), las huelgas en la Patagonia Rebelde y las de La Forestal en el Norte de la provincia de Santa Fe, todas aplastadas a costa de sangre obrera.

Junto a la represión estatal, actuaron, (como en Barcelona), bandas de ultraderechistas civiles que con total impunidad atacaban ya sedes sindicales y centros culturales como asesinaban obreros.6
Estás trágicas derrotas, sumadas a la difusión del comunismo minarían, a partir de los años 1920, lentamente las bases anarquistas. Sin embargo, hubo un último acto en honor a su apodo: en 1921 un grupo de estudiantes y trabajadores anarquistas tomaron la Municipalidad de Rosario7.
La acción no tuvo el eco esperado y solo por unas horas Rosario tuvo su Comuna.
Después de una disolución temporal de la FORA y su posterior recuperación, la anarquía siguió siendo importante en el movimiento obrero.
Los siguientes años de la década del 20 tendrán nombre: la lucha internacional por salvar las vidas de Sacco y Vanzetti.
En 1930 se instala la primera dictadura cívico-militar de corte fascista en Argentina.
La primera víctima fue un obrero catalán y anarquista, Joaquín Penina, secuestrado y fusilado. También se reactivó la aplicación de la Ley de Residencia, que hará que muchos españoles e italianos fuesen expulsados del país y radicados en España se sumarán en el 1936 al proceso revolucionario.
Los frentes a combatir para el movimiento libertario eran muchos, la represión sistemática estatal, los conflictos internos derivados de la actuación de Di Giovanni8, los presos políticos y a partir de 1936, España.
La FACA (Federación anarco-comunista argentina) enviará una delegación a España, y algunos otros, por sus medios llegaron a sumarse a la Revolución.9
Para aquel tiempo, ya Rosario había dejado de ser «la Barcelona argentina» anarquista y combativa y el anarquismo veía diluida la relevancia que había tenido otrora entre los trabajadores.
- El apodo de Barcelona argentina se difundió en el periódico socialista La Vanguardia. Fue hecho propio por las publicaciones ácratas y también fue utilizado como una señal de alerta por la prensa burguesa. ↩︎
- Después de las luchas civiles Argentina vivió un proceso de organización como estado complejo. Desde 1852 de hecho existían dos estados, la Confederación argentina y Buenos Aires. La unificación se da luego de la batalla de Pavón que corroboró la hegemonía porteña. ↩︎
- La inmigración europea, en la etapa 1880/1914 es la llamada aluvional. Los inmigrantes, en su mayoría provenientes de medios rurales, llegan atraídos por la posibilidad de acceder a la propiedad de la tierra, que se había entregado en etapa anterior de inmigración promovida por el estado. Así, viendo el sueño trunco, terminan conformando la mano de obra en las ciudades y viviendo en condiciones de miseria. ↩︎
- Paulo Menotti señala tres etapas. ↩︎
- La Ley de Residencia apunta a militantes. Su aplicación fue desigual, y las deportaciones se realizaban siempre después de algún conflicto social para descabezar las luchas obreras. Por ejemplo, después de las huelgas de Refinería, se expulsó al compañero de Virginia Bolten, Manrique. ↩︎
- La llamada Liga Patriótica intervino en la represión obrera, con la anuencia estatal.
Llegaron a quemar negocios en el barrio de Once en Buenos Aires, al que consideraban un “antro” de bolcheviques y anarquistas. ↩︎ - La prensa burguesa, y luego sus historiadores, minimizaron los sucesos de la toma de la Municipalidad, algunos refiriendo al mismo como una humorada estudiantil. Lo cierto es que, en ese momento, la antorcha de la lucha social estaba encendida en distintas regiones del país y es posible que sus protagonistas buscarán sumar a Rosario al escenario de rebelión general. ↩︎
- La presencia de Di Giovanni dividió al anarquismo. La Protesta, dirigida por Emilio López Arango, combatió sus métodos. Di Giovanni combinaba la acción de propaganda, editó un periódico, y los atentados. Aunque los primeros no fueron cruentos, sino más bien simbólicos: lluvia de panfletos en el teatro Colón por la presencia de autoridades fascistas, la bomba en la Embajada italiana dejó nueve muertos.
Emilio López Arango fue abatido, según Bayer, por el propio Severino y condenado en La Protesta dirigida por Santillán.
Apresado, fue ejecutado durante la dictadura de Uriburu en 1931. ↩︎ - La FACA envió una delegación pequeña, entre las que figuraba Ana Piacenza.
Muchos anarquistas de los que ya habían sido expulsados de Argentina por la Ley de Residencia fueron protagonistas de la Guerra y la Revolución española.
Jose Maria Acha, Fosco Falaschi (caído en el frente de Aragón), Benigno Mancebo, por señalar algunos
Por su cuenta viajó Raúl Carballeira Lacunza, amigo de Abel Paz, que se negó a repatriarse y cayó en la lucha antifranquista de posguerra.
Simón Radowitsky, un símbolo de la anarquía, que, pese a los recaudos tomados para tenerlo a seguro, se sumó como enlace a la columna de Ortiz.
Rodolfo González Pacheco, que estuvo trabajando en el Teatro del pueblo
Laureano Riera Diaz que dejó un testimonio precioso de su paso por España. ↩︎
Bibliografía general:
- Abad de Santillán, Diego (1930): El movimiento anarquista en Argentina. Desde sus comienzos hasta 1910. Buenos Aires: Edit. Argonauta
- Abad de Santillán, Diego (1965): Historia argentina. Buenos Aires: Edit Tea
- Álvarez, Juan (1998): Historia de Rosario ( 1689/1939). Rosario: Edit Municipal de Rosario
- Bayer Osvaldo (1970): Severino Di Giovanni, idealista de la violencia. Buenos Aires: Edit. Galerna
- Falcón, Ricardo La Barcelona argentina. Migrantes, obreros y militantes en Rosario (1880/1912). Rosario. Edit. Laborde
- Gori, Gastón (1988): Inmigración y colonización en la Argentina. Buenos Aires: Eudeba
- Grela, Placido (1990): El estibador portuario. Rosario : El Remanso
- Menotti, Paulo (2023): El soviet de Rosario, rebelión de estudiantes y obreros anarquistas. Rosario: Edit. Spiaggia.
- Monserrat, Alejandra (1986): Consideraciones en torno a una investigación sobre el anarquismo rosarino: la prensa anarquista en Rosario ( 1880/1914). Rosario: UNR
- Oved laacoved (1990): El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina. México: Siglo XXI
- Riera Diaz, Laureano (1979): Memorias de un luchador social: Buenos Aires (1925-1926), Montevideo (1926-1929), Argentina (1929-1937), España (1937-1939). Montevideo: Edición particular
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