Internacionalistas españoles en la Revolución sandinista: Historias de vida

José Manuel Ágreda Portero

Profesor de secundaria en Aragón y Doctor en Historia, ha trabajado sobre la Revolución sandinista y su
red transnacional de solidaridad

Las fotografías que acompañan al artículo son de Carmen Gracia, militante libertaria que estuvo en
Nicaragua en 1986

La historia de Nicaragua y España tiene muchos puntos comunes a lo largo del siglo XX. Los dos países tuvieron que soportar largas dictaduras nacidas en los años treinta. Por un lado, en Nicaragua gobernó la dinastía de los Somoza desde 1936. Anastasio Somoza García, el padre, y Luis y Anastasio Somoza Debayle, los hijos, se apropiaron del país y lo gestionaron como si de su propia finca se tratase. Para ello, utilizaron al ejército, la Guardia Nacional, creado por los Estados Unidos en su enésima intervención en el país entre 1926 y 1933. Por otro lado, España fue gobernada por una dictadura fascista tras una cruenta guerra civil1.

Las diferencias entre uno y otro país fueron los regímenes políticos resultantes. En España, con la muerte de Francisco Franco en 1975, se inició un proceso de transición desde las propias bases de la dictadura hasta una monarquía parlamentaria. Mientras, en Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), una guerrilla armada surgida a principios de los años sesenta, derrocaría a la dinastía somocista el 19 de julio de 1979 e instauraría un régimen revolucionario, entendiendo este como una transformación profunda de las estructuras políticas, económicas y sociales del país. Ante esta situación, los ojos del mundo se centrarían en este pequeño territorio centroamericano que, veinte años después de Cuba, buscaría un camino propio bajo tres principios: economía mixta, libertad ideológica y no alineamiento.

Entre 1978 y 1990 se creó en el Estado español un importante movimiento de solidaridad con la Revolución sandinista, que, unido a otros movimientos, lo introdujeron dentro de una nueva era de transformaciones sociales. Pero, intentar explicar todo esto en unas pocas líneas sería algo demasiado osado. Aquí simplemente se van a dar unos pocos apuntes de los diferentes tipos de internacionalistas españoles que lucharon en territorio nicaragüense, ya fuese en contra de la dinastía somocista o a favor de la Revolución sandinista. Para ello, el artículo va a estar dividido en dos partes principales, la época de lucha armada contra Somoza, anterior al 19 de julio de 1979, y la época del gobierno revolucionario del FSLN2.

1.- El fin de la dictadura de los Somoza (1978-1979)

Gran parte de la vocación religiosa católica española durante la dictadura se envió a las misiones en América Latina. Muchos de estas monjas y sacerdotes, a pesar de haber sido ordenados dentro del Nacionalcatolicismo, tomaron unas posturas de denuncia social cuando entraron en contacto con las penurias y carencias de las clases latinoamericanas más bajas. Para centrar el relato en Nicaragua, Gaspar García Laviana fue destinado en 1969 a las parroquias establecidas cerca de la frontera con Costa Rica. Ingresó en el FSLN en las navidades de 1977 y el 11 de diciembre de 1978 fue asesinado en Punta Orosí por la Guardia Nacional. Laviana se convirtió en el principal ejemplo del internacionalista para el sandinismo. Dos fueron las razones: su condición de religioso y la toma de las armas3.

Muchos fueron los sacerdotes españoles que la Dictadura somocista expulsó de Nicaragua. Hubo quienes, como Gaspar, tomaron las armas. Ese fue el caso de Antonio Sanjinés, de origen bilbaíno, quien llegó a ser capitán del Ejército Popular Sandinista (EPS) en los años ochenta4. Pero la mayoría optó por labores de apoyo como José Álvarez Lobo, asturiano también, quien fue expulsado a Costa Rica en 1975, desde donde atendió y evacuó a los heridos sandinistas5. Pedro María Belzunegui, navarro, fue expulsado en 1978 por ser descubierto con un depósito de armas y cócteles molotov en la parroquia de San Francisco de Granada6.

El caso del madrileño Ángel Barrajón merece un párrafo aparte. Junto a Antonio Sanjinés fundó el Movimiento Cristiano Revolucionario que intentó movilizar a la juventud contra Somoza. Expulsado, regresó a Madrid y desde allí, junto al nicaragüense Enrique Schmidt, organizó toda la red europea de solidaridad. Barrajón se ocupó de la zona sur (Portugal, España, Italia) y el Reino Unido. A través de esta red, se enviaron recursos, sobre todo dinerarios, importantes para mantener la lucha en Nicaragua. Una vez derrotado Somoza volvió a Nicaragua donde sigue viviendo actualmente7.

En la frontera con Costa Rica se organizó el denominado Frente Sur. Edén Pastora fue el encargado de dirigirlo y se convirtió en el lugar de recepción de los internacionalistas que llegaban desde otras partes del mundo. Hasta él llegaron españoles como Pedro Ariza, quien, estando en el exilio económico de Alemania se acercó a escuchar al sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal a Wüppertal. Allí tomó conciencia, pero el detonante del viaje a tierras centroamericanas fue una reunión que el Partido Comunista de España realizó para los exiliados a la que asistió Ariza. Los dirigentes del partido explicaban la Transición, pero, según sus palabras, lo que más le indignó fue el uso de la bandera rojigualda en lugar de la tricolor de la II República. Eso le llevó a organizarse junto a otro compañero y una mujer alemana para realizar el viaje hasta Costa Rica. Ariza llegó a integrarse dentro del EPS y a mediados de los años ochenta luchó también en El Salvador dentro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional8.

En el Frente Sur hubo otros españoles, alemanes, estadounidenses, pero sobre todo latinoamericanos. Hugo Spadafora es otro de los famosos internacionalistas que lucharon contra Somoza. Desde Cuba llegaron combatientes organizados, de los que existen referencias que algunos eran españoles. Famosa también fue la Brigada Simón Bolívar, creada en Colombia por latinoamericanos de diferentes nacionalidades y con ideología trostkista9.

Dos fueron los tipos de internacionalistas españoles que lucharon en la guerrilla nicaragüense. Por un lado, los religiosos que se radicalizaron en contacto con el conflicto del país a los que el FSLN consideraba como miembros de su organización, y, por el otro lado, los llegados desde otros lugares. Estos se pueden identificar por su ideología, pero sobre todo por una decepción del proceso de cambio que se produjo en España tras la muerte del dictador. Este sentimiento llevó a buscar otros lugares en el mundo donde llevar a cabo la revolución y, en ese momento, apareció la sandinista como un proceso de cambio nuevo y fresco, sobre unas bases diferentes tanto de lo que ocurría en España como de la política internacional de la Guerra Fría.

2.- La Revolución Sandinista (1979-1990)

«Llega la ayuda española Ole!» Así recibió Barricada, el diario oficial de la revolución, la ayuda oficial española en agosto de 1979. Se trataba de un contingente militar que debía crear un hospital de campaña en Estelí. Al principio, los militares, un poco confundidos o poco informados, lo llamaron Hospital Militar «Generalísimo Franco», pero ante las peticiones de las autoridades sandinistas se cambió por «Gaspar García Laviana». Poco tiempo duró el hospital. A su vuelta a España, el jefe de la expedición fue arrestado en su domicilio debido a que los mandos entendían que Gaspar era un miembro de ETA10. Sirva esta anécdota para comprender los cambios todavía sin hacer en la España de 1979. Como contrapeso, cabría decir que a esa altura tanto el gobierno de Adolfo Suárez como la oposición de Felipe González, apoyaban el proceso de cambio que se estaba dando en Nicaragua11.

Los internacionalistas de primera hora llegaron a Nicaragua pocos meses después del triunfo de la revolución de forma desorganizada. Ese fue el caso de Luis Alfredo Lobato, asturiano del partido comunista, quien desilusionado con los acontecimientos en España se marchó para nunca volver. En la actualidad trabaja en la universidad pública nicaragüense12. Parecidos fueron los casos de Víctor Pozas, de Bilbao, quien estuvo trabajando en el Ministerio de la presidencia hasta 1987, o el del madrileño José María Recover, que retornó ya en la década de los noventa13. Patxi Irañeta de Navarra, se había establecido junto a su hermana Carmen en la región del Chocó, Colombia, medio José María Vigil en 1976. Carmen murió en 1978. Patxi entró en Nicaragua un día antes de la caída de Somoza. Allí se estableció y participó en labores de educación y promoción agraria, hasta su muerte en 1989 por un accidente de aviación en Honduras14. Existe un documental, Utopía 79, dirigido por Joan López Lloret, donde María Mas, Jordi Mena y Alberto Romero dan testimonio de su viaje. Cada uno realizó labores profesionales especializadas en diferentes puntos e instituciones del país.

Como explicó Ernesto Cardenal en sus memorias: «Comenzaron a llegar a Nicaragua gentes de todas partes del mundo, que querían participar de la revolución, y se les llamó internacionalistas, porque llamarles extranjeros parecía feo»15. Alberto Romero lo explica como una reconversión de la arena política española16. La militancia de la izquierda clandestina durante el franquismo fue incorporándose a los nuevos espacios democráticos. Unos se introdujeron en las estructuras a nivel local, autonómico y estatal; otros participaron en los nuevos movimientos sociales que se crearon como ecologismo, feminismo, sindicalismo, etc.; un tercer grupo dejó la militancia por una carrera profesional. Aquellos que buscaron seguir con el proceso de cambio social, conscientes de que «la lucha por las transformaciones profundas en España se postergaba a un futuro incierto», vieron en la nueva revolución nicaragüense un «inesperado referente». Manuel Leguineche lo definió de una forma más poética: «Una huida hacia el trópico desde una tediosa Europa»17.

Pero no todo fue desorden y caos en los inicios de la revolución. El gobierno sandinista pidió trabajadores especializados por medio de los cauces oficiales de cooperación a través del Fondo Internacional de Reconstrucción. Este fue el caso de Pilar Goicoechea que llegó a trabajar como enfermera en la zona de Rama. Este ejemplo lleva a entender cómo los internacionalistas no deben su sostenimiento a medios exteriores, sino que son mantenidos por las estructuras donde se integran o de forma autónoma. Si son mantenidos por sus organizaciones de origen, aunque con voluntad internacionalista, se está hablando de cooperación18.

También se organizaron brigadas de trabajo desde varios modelos. El primero de ellos fue a la Campaña Nacional de Alfabetización (CNA) llevada a cabo en Nicaragua durante el año 1980. A ella llegaron dos contingentes de universitarios españoles organizados por el Ministerio de educación español y por una asociación religiosa austríaca que vino a España a reclutar profesores. Entre ellos estuvo María Victoria Lamas, quien, como otros, se quedó en el país tras terminarse la brigada19. El segundo tipo de brigadas fue el organizado por los comités de solidaridad que habían ido organizándose por todo el estado desde 1978. Hasta Nicaragua llegó por este medio Mertxe Brosa quien todavía tiene proyectos en la zona de León20.

Durante la segunda mitad de los años ochenta, estas brigadas de los comités fueron creciendo y llegando a un público que todavía era muy joven para haber participado en las luchas antifranquistas, pero que por aquel entonces ya estaban politizados en movimientos sociales, partidos políticos o sindicatos. Este fue el caso de Pedro Ubero, asturiano, a quien Montserrat Roig entrevistó para el programa de RTVE Búscate la vida en 1986. A lo largo de la entrevista, Ubero explica los motivos por los que ha creado el taller en la región de las Azucenas, cerca del río San Juan, junto a otro internacionalista francés. Aunque, también siguieron llegando personas por su cuenta y riesgo como Josefina García Arias desde Asturias hasta la localidad de Siuna entre 1986 y 198921.

Todo este modelo de internacionalismo se terminó en los años noventa por dos causas. Por un lado, el fin de la revolución, pero por el otro la organización en España de la cooperación internacional. Los jóvenes que solamente tenían conciencia de haber vivido en democracia, se apartaron de un modelo tan politizado como el internacionalismo y se introdujeron en otro que buscaba los principios de desarrollo económico y mejora de las condiciones de vida.

3.- A modo de conclusión

Estas breves pinceladas difícilmente pueden mostrar el complejo entramado que se organizó en torno a la lucha sandinista a nivel planetario. La Revolución terminó el 25 de febrero de 1990, cuando una coalición de partidos, La Unión Nacional Opositora (UNO), financiada por el gobierno de George Bush y encabezada por Violeta Chamorro, venció al FSLN en las urnas y le hizo pasar a la oposición política hasta que en 2006 recuperó el poder. Desde 2018 existen importantes movimientos contra el gobierno del FSLN.

Los españoles que participaron se pueden organizar en diferentes etapas. En primer lugar, aquellos que lucharon en Nicaragua. De ellos, los más numerosos fueron sacerdotes que, educados en el nacionalcatolicismo franquista, aunque con una fuerte ideología social, tomaron conciencia en su día a día de las penurias del pueblo nicaragüense y pasaron a engrosar las filas del FSLN. Por otro lado, desde el viejo continente viajaron personas con un perfil más ideológico a tomar las armas. Tras el 19 de julio de 1979, llegó un nuevo contingente que quería ver in situ el desarrollo de una revolución que no había sido posible en España. A mediados de los ochenta, una nueva generación, que por edad no había participado en las luchas antifranquistas, pero con un bagaje político de participación en los diferentes movimientos sociales españoles, arribaron a Managua con una idea más de cooperación y trabajo especializado.

Las labores desempeñadas durante estos años por los internacionalistas fueron variadas y adaptadas a las necesidades de los sandinistas. En un primer momento, en la época de guerrilla, fue la toma de las armas, apoyo logístico en Nicaragua o Costa Rica, o recabo de recursos para el mantenimiento de la lucha. Durante la revolución, los españoles llegaron para paliar el déficit de profesionales en áreas como el periodismo, educación, sanidad o ingeniería. El acceso a la movilización del EPS para hacer frente a la guerra de la Contra, solo estaba abierto a latinoamericanos o extranjeros que hubiesen luchado en Nicaragua antes del 19 de julio. En relación con los movimientos que se daban en España, estos internacionalistas sirvieron como fuente información fiable del conflicto, lo que junto a las movilizaciones crearon una conciencia diferente de la difundida por los medios de comunicación de masas.

En definitiva, los internacionalistas españoles fueron un importante apoyo para la lucha social en Nicaragua, sobre todo en la obtención de recursos para el conflicto con los Somoza y, posteriormente, con el gobierno de los Estados Unidos. Pero solo fue uno más de los que la Revolución sandinista obtuvo a escala global durante las últimas décadas de la Guerra Fría. Para muchos de aquellos que vivieron en Nicaragua, fueron brigadistas o participaron en las movilizaciones en sus respectivos países, dejó una profunda impronta.


  1. Para conocer mejor todo el proceso de lucha y la evolución de la Dinastía Somocista se puede leer el libro: Ferrero, María Dolores, La Nicaragua de los Somoza 1936-1979, Huelva y Managua, Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica y la Universidad de Huelva, 2010. ↩︎
  2. Para ampliar estas ideas se puede consultar libremente la producción histórica del autor del artículo a través del link de ORCID o leer su tesis doctoral: Ágreda Portero, José Manuel, Internacionalistas, activistas y brigadistas. La red transnacional de solidaridad con Nicaragua desde el Estado español (1978-1991), Santiago de Compostela, USC, 2022. https://minerva.usc.es/entities/publication/ef22b979-b532-4438-a2c6-a37840d80280 ↩︎
  3. La figura de Gaspar García Laviana todavía hoy está visible en su Asturias natal. Allí tiene actividad el Foro Gaspar García Laviana que ha publicado varias biografías y memorias de amigos suyos en Nicaragua. https://www.forogasparglaviana.es/sobre_gaspar.html Por otro lado, Amanda Castro realizó el corto «Tierra de guerrilleros» donde se intenta conectar la figura de Gaspar a la memoria del maqui José Mata Castro. https://amandacastro.es/tierra-de-guerrilleros.php ↩︎
  4. García, Txema, Lava y ceniza. La Revolución sandinista y el volcán de la solidaridad vasca, Donostia, Txertoa, 2019. ↩︎
  5. Entrevista con José Álvarez Lobo, Oviedo, 8 de enero de 2015. ↩︎
  6. Diario ABC, «Detenidos seis líderes de la oposición en Nicaragua», 5 de septiembre de 1978, p. 15. ↩︎
  7. Entrevista con Ángel Barrajón, vía Skype, 8 de marzo de 2016. ↩︎
  8. Entrevista con Pedro Ariza, Managua, 2 de agosto de 2015. ↩︎
  9. Duarte, Carlos, «Los combates del Frente Sur y la caída de Gapar García Laviana», Correo, 46, 7 de agosto de 2016, p. 53. ↩︎
  10. Rodríguez Jiménez, José Luis, «Antecedentes y primeras misiones en el exterior de las Fuerzas Armadas», La Albolafia: Revista de Humanidades y Cultura, 14 (2018), pp. 134-155. ↩︎
  11. !Para ver la implicación de la élite española en la Revolución sandinista se puede leer Blázquez, Belén, La proyección de un líder político: Felipe González y Nicaragua 1978-1996, Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2006. ↩︎
  12. Entrevista con José Antonio Lobato, Managua, 17 de agosto de 2015. ↩︎
  13. Entrevista con Víctor Pozas, Bilbao, 19 de junio de 2017. Entrevista con José María Recover, Madrid, 22 de septiembre de 2018. Víctor Pozas realizó una tesis doctoral sobre las relaciones internacionales de la Revolución sandinista titulada Nicaragua (1979-1990). Actor singular del pragmatismo y protagonismo de la revolución sandinista en la escena internacional, Bilbao, UPV, 2000. ↩︎
  14. Homenaje a Carmen y Patxi Irañeta, Iosu Irañeta, 2016. Vídeo casero. ↩︎
  15. Cardenal, Ernesto, La Revolución perdida, Managua, Anamá Ediciones, 2013, pág. 316. ↩︎
  16. Romero, Alberto, «Las brigadas de solidaridad con Nicaragua de los años ochenta: una expresión del internacionalismo en las postrimerías de la Guerra Fría», en Gascón, Jordi, El turismo en la cooperación internacional, de las brigadas internacionalistas al turismo solidario, Barcelona, Icaria Antrazyt, 2009, pp. 122-137. ↩︎
  17. Leguineche, Manuel, Sobre el volcán. Una aventura desde Guatemala a Panamá a través de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, Barcelona, Plaza y Janés, 1985. ↩︎
  18. Entrevista con Pilar Goicoechea, Madrid, 24 de febrero de 2018. ↩︎
  19. Entrevista con María Victoria Lamas, Elorrio, 2 de enero de 2019. ↩︎
  20. Entrevista con Mertxe Brosa, León (Nicaragua), 8 de agosto de 2015. ↩︎
  21. García Arias, Josefina, Pasaje a Nicaragua. Mi experiencia de cooperante 1986-1989, Madrid, El garaje ediciones, 2019. ↩︎

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