Presentación del libro: Anarkía / Anarcolepsis, de Simón Royo Hernández

Anarkía / Anarcolepsis1

Simón Royo Hernández2

“Castoriadis lo vio con claridad: o bien lo social-histórico es abierto y permite la creatividad radical, o bien nos vemos condenados a repetir indefinidamente lo que ya existe. (…). Luchar ya no consiste sólo en denunciar, oponerse y enfrentarse, es también crear, aquí y ahora, unas realidades diferentes” (Tomás Ibáñez Anarquismo es movimiento. Virus editorial. Barcelona 2014, p.6 y p.35).

1. Revitalizar la tradición anarquista tan injustamente olvidada resulta necesario cuando ya no se queda uno en la melancolía de la izquierda. Hay que sobrepasar el hundimiento propio de quienes creyeron en la gran utopía comunista del marxismo degenerada en centralismo y dictadura para reivindicar de nuevo la más izquierdista de las propuestas políticas. Ya sabemos bien en España lo que ocurrió con aquellos más desencantados con el proyecto comunista, no hace falta dar nombres porque a todos nos viene a la cabeza los de quienes se tornaron de extrema derecha, renegando de todo su pasado anterior. Un psicoanálisis colectivo les será necesario a los marxistas. Por el contrario, los anarquistas, no se equivocaron y la historia les da la razón.

Acoger desde la actualidad el movimiento anarquista requiere un nuevo pensar anárquico, que recoja la paradoja de partir del principio an-arché para repensar la historia de la filosofía y pensar el comunismo libertario hoy en día.

Con ese objetivo he realizado un libro diferente, distinto, que quería no fuese una repetición, un hacer lo mismo que suele hacerse y que suelo hacer, todo igual, poniendo en práctica aquello que se dice del neo-anarquismo y del post-anarquismo.

2. Desde mi juventud, al paso de ser estudiante de filosofía a ser profesor de filosofía, prontamente aprendí a realizar ensayos convencionales, artículos, libros, tesis doctorales, procedí a convertirme así en académico, pero manteniendo siempre un cierto distanciamiento. Imbuido por el estudio, deseando saberlo todo y comprenderlo todo a fin de rehacer y corregir el mundo mediante la sabiduría, fue entonces cuando una dinámica vertiginosa se apoderó de mi existencia ya decididamente filosófica.

Los libros poblaron entonces las estanterías, muchos de ellos subrayados y anotados hasta la saciedad, lo típico, los mismos títulos que pude ver tenían los amigos del gremio en sus casas. Se añadieron, al paso del tiempo, un centenar de artículos y dos libros propios, sin embargo, nunca fue la finalidad de tanta febril actividad el obtener un trabajo, un empleo, una remuneración. Todo ello no fue sino un preámbulo, un prólogo, quizá demasiado largo, previo a una retirada a pensar por uno mismo.

Siempre me ha interesado la filosofía a la que he dedicado estudio y reflexión. Procedí por ello conforme a los usos instaurados y realicé textos y monografías, sobre autores y temas de la disciplina. Con el tiempo me fui distanciando del quehacer filosófico usual y me encontré cada vez más libre y ocioso.

Una vez que me di cuenta de que podía hacer cualquier cosa, todavía persistía el que tal cosa fuese al uso habitual o del interés de la legión de los estudiosos, por ejemplo, una monografía sobre Nietzsche, un autor que me interesó siempre y del que he leído prácticamente toda su producción, como me ocurre con Freud o con Platón; pero como no solamente hay que leerse a todo el autor sino también a los comentarios reputados sobre el mismo, indagué sobre cuántas monografías considerables se habían publicado sobre Nietzsche: un recuento bibliográfico de 2002 registraba 20.000 libros sobre Nietzsche en 42 lenguas.

Pensé entonces que añadir una monografía más a tan inmensa biblioteca sería añadir poca cosa al mundo. No me desagradaría tal realización, encomiable en sí misma, pero quizá esa labor no era del todo filosofía, sino historia de la filosofía, interpretación textual, hermenéutica y lo que quería hacer yo ahora, era, auténtica filosofía. Buena, mala, mejor o peor, no recoger flores en el jardín ajeno, sino cultivar uno propio.

Deseando por tanto hacer filosofía, como todo el interesado por tal materia, me encontré también con temas, no solamente con autores, con conceptos y asuntos que me habían interesado desde siempre y que había perseguido a lo largo de los años. También sobre esos temas la producción historiográfica y bibliográfica al uso era inmensa y el reto, el atrevimiento, consistía en abordarlos de otro modo

Resultó que, en ese momento, quizá en todos de algún modo, un tema me era más afín que los demás, un asunto que sin embargo veía bajo la necesidad de renovación y puesta al día, ese era el de la anarquía.

3. Inspirado por la idea nuclear de Reiner Schürmann según la cual an-arché significa sin principio, mando, gobierno o jerarquía, me propuse poner en práctica ese leitmotiv y volcar en nuevo formato lo que bajo tal anti-principio pudiera tener que decir sobre distintos asuntos contrarios al poder y la dominación establecidos. Primero dilucidé el asunto de modo académico, con un ensayo convencional, según las exigencias de la sociedad, titulado: “El sujeto anárquico3”, libro deudor de Schürmann y Foucault. Luego he querido ya realizar sin limitaciones ni exigencias sociales un libro libre que siguiese y pusiese en obra lo allí indicado.

Y así lo hice, a través de este ensayo filosófico experimental: “Anarkia / Anarcolepsis”. Después de tanto hablar sobre pensar de otro modo, sobre hacer algo diferente, sobre indagar libremente en la pluralidad, no solamente se trataba de no seguir haciendo lo mismo, sino de hacer otra cosa, una labor distinta de las que venía haciendo y se vienen haciendo, un pensar y hacer de otra manera, sin fundamentos, jerarquías e imposiciones. El resultado ha sido el presente libro, un ser que ha cobrado viva propia y cuyo destino ya se me escapa.

El desasimiento fue progresivo y repentino simultáneamente. Nos convencía cada vez menos el comentario académico, la síntesis y combinación de lo que los filósofos más famosos habían dicho, aunque en ese quehacer nos encontramos con el tema que nos ocupa y fuese objeto de un estudio académico por mi parte.

Un buen día, dado el afán de realmente poner en práctica otra forma de pensar, habiendo rumiado la Anarkía, habiendo cortado los lazos y vínculos con lo académico, fue brotando otra meditación, no diría que mejor ni peor, sino, simplemente, distinta, diferente, que fue cobrando su propio ritmo, su forma peculiar y su contenido anarquista, movimiento que fue dejando progresivamente de creer en la gramática.

Brotaba todo ello de la desaceleración y la libertad, de la lentitud, de un freno a lo realizado y leído con prisa, de un pausar que había que exigir también al lector, de otro tempo, que se impuso, como si hubiese llegado la jubilación y como si ese el júbilo significase una libertad ilimitada para detenerse, para ir a cualquier lado, rompiendo la linealidad y rapidez de la cronología.

Montaigne se retiró a los 37 años, Nietzsche a los 35, dedicando lo que les quedaba de vida restante a la lectura y escritura libres, con completa autonomía y alejados del mundo. Esa retirada o deserción la pudieron tomar cuando lograron, de forma opulenta el primero y de forma precaria el segundo, la independencia económica, cuando ya no tuvieron necesidad de trabajar para vivir ni de vivir para trabajar. Escogieron el ocio al negocio y sus obras son libres por ello.

Alejados de la academia, de la erudición por sobre pasamiento y de la pedantería por su estilo, pudieron volar por sí mismos. En lugar de limitarse a comentar a otros, si los citaban, era más para corroborar lo que ellos pensaban que no para apegarse a lo pensado por aquellos otros. Siempre nos fueron modélicos, pero hasta ahora no habían sido emulados, como lo han sido, si no ya en genio, al menos en actitud. Pese a los que me son modélicos y grandiosos, los autores citados en esta obra que presento están entre paréntesis por algo, y ese algo es, para no hacer filología. En este libro no hay títulos ni bibliografía, porque es la llamada a un êthos, no una doctrina, sino un manifiesto. Los pensamientos anárquicos esbozados son una síntesis condensada dispuesta para ser desplegada como se desee.

El ocio estudioso sabemos desde la antigüedad que es lo más necesario para la creatividad y producción, estética, científica o literaria, de lo contrario se generan obras afines al sistema, por supuesto, no exentas de interés, profundidad y relevancia, pero de ningún modo distintas de las demás. Hoy parece que tan solo en el Arte subsiste la creatividad y cierto grado de admisión de lo distinto imponiéndose en las demás disciplinas una normalización biopolítica que me pareció necesario rebasar y conjurar.

Para poder realizar una obra libre y distinta, bien distante, hay que estar libre, liberado de toda atadura social, política, identitaria, económica o religiosa, de cualquier veneración, adscripción, filiación. Y para situarse en ese punto es necesaria una buena dosis de escepticismo, de suspensión del juicio, es necesario un desasimiento que permita ver las cosas de manera propia, una vez que un inquietante extrañamiento se apodera de uno. No se puede hacer otra cosa que la que ya se hace si no nos aburrimos de ello, nos detenemos, y, ahítos, pasamos a otro modo de ser y de existir.

Resulta más fácil caminar por sendas trilladas, hoyadas por innumerables caminantes, que abrirse paso a machete por la selva. Para realizar este camino tuve que ponerme de acuerdo conmigo mismo, y así, de la comuna transindividual que decidió abrir una senda, grupo cansado de caminar por el asfalto, surgieron reglas, que dieron el ritmo a una marcha danzante al través de la naturaleza. El camino abierto de ese modo podrá ser atravesado por otros caminantes, que bien podrán ponerse a desbrozar la maleza a mi lado, haciendo de ese modo, en común, en comuna, un camino más ancho, o bien podrán desviarse, esos otros caminantes que den con el sendero, abriendo sus propias sendas, todas interconectadas, que se incluirán en el prodigioso mapa de la anarquía, hasta que la maleza vuelva a cubrir todos los caminos con su manto verde.

Un existencialismo melancólico y un vitalismo anárquico se dieron la mano para generar este libro extraño, este ensayo experimental, que no hubiese tenido encaje posible en las editoriales convencionales que publican siempre lo mismo y ha tenido que publicarse en samizdat.

Desde luego los ensayos filosóficos convencionales actuales están repletos de elogios y alusiones a las obras de arte experimentales, a la literatura que no es de Estado ni de Mercado, y algunas honrosas editoriales se muestran muy proclives a publicar y traducir tales escritos, siempre y cuando los haya realizado un egregio y reconocido escritor de hace al menos cincuenta o setenta años, aclamado en muerte, ahora bien conocido, sobre el cual se prodigan cursos y enseñanzas en las universidades. Así es la ley de la jungla civilizada y la normalización académica.

Thoreau, otro que nos podría ser modélico también, nos ha mostrado que no son necesarios veinte años, sino que basta con un día de cárcel para aborrecer la criminalidad de la ley, ya se caiga en ella siendo inocente, por difamación o por incumplimiento de los mandatos de un poder malvado. La deserción y el ateísmo están implícitas en esa espiritualidad materialista que frecuentemente ha sido llamada mística o anárquica, con la que descubrimos que la barbarie es civilizada y la civilización, bárbara.

Si Montaigne, Nietzsche o Thoreau, nos parecen anárquicos es por el motivo antecedente. Tomaron las oposiciones binarias respectivas de su tiempo y recogieron las críticas antes que sus afirmaciones dogmáticas, construyendo a partir de la crítica y el escepticismo, la separación y el distanciamiento, ahondando las paradojas, algo distinto y diferente que no cayese en los errores de cada una de las posturas fundamentalistas basadas en principios propias de su tiempo.

4. Denominar a esa actitud anárquica y a quien la profesa anarquista no es del todo un anacronismo y puede aplicarse a ciertos autores desde la antigüedad, puesto que la palabra griega para lo caótico, aprincipial, no fundamentado, azaroso y libre por excelencia, ya existía desde esa antigüedad cuando Proudhon la categorizó para la política; aunque hasta entonces estuvo convenientemente soterrada y hoy contribuyamos a que sea por fin exhumada.

En lo anárquico no se opone lo individual y lo colectivo. El racionalismo esgrimido es el de la Razón Común, en el sentido que le dio a Heráclito el gran Agustín García Calvo, en el cual, siendo la Comuna, un colectivo, no se opone lo común a cada individual, porque lo individual es también una comunidad de yoes, a su vez, un colectivo y la inteligencia es común.

Toda habitabilidad en común, autónoma y libre, es una coexistencia entre heterogeneidades dispares, excéntricas, diversidad de diversidades que encuentra en la igualdad y la libertad el comunismo; de ahí que el azar y el caos, la contingencia y el destino, tenidos por irracionales, estén incorporados y no excluidos de la comunidad anárquica libertaria.

Como nos interesa el anarcántropo, el ser vivo y cultural libre, éste habrá de ser asimilado en su respectivo nivel material, biológico y cultural, tanto analíticamente, despejando las operaciones propias de cada nivel, como sintéticamente, ensamblando lo que resulte de reunir las piezas de todos los niveles, pues si se reconquista un grado de autonomía creadora en un área o dominio particular, eso repercute, transversalmente, en otras áreas o dominios más generales.

El presente ensayo filosófico adviene de una ontopraxeología y pone en obra una anarcolepsis, desde una anarkía de nuevo perfil que atraviesa a todas las clases sociales.

En definitiva, este libro libre, es una acción de lecto-escritura sin por-qué ni para-qué, una labor nacida del distanciamiento a la que hemos puesto estas palabras convencionales a modo de introducción. Unas letras que difícilmente y en lenguaje extraño pretenden dar alguna pista de su surgimiento y hechura, aunque no sea su autor nadie para decir nada sobre él y tenga que desaparecer en el abismo de su propio libro.


  1. Un estudio previo aparecido en la Revista Redes Libertarias puede leerse en el siguiente enlace:  https://redeslibertarias.com/2024/04/17/ontologia-anarquica-pensar-sin-fundamentos-ni-jerarquias/?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTEAAR2_ecX2Zij9cZtBjPPCwJXci9eTf3WJlm50xQikFZTeLJzO_T_OfwMdeRI_aem_AZsXcyDqTdZT-LG7mXhi4zFkZND5v2LKJgcLl3RXm9pUyyBJ_MADteYebpEhRzGsD2pfuS-qjcOqg7VIOElnmh0E ↩︎
  2. Simón Royo Hernández El sujeto anárquico. Reiner Schürmann y Michel Foucault. Editorial Arena. Madrid 2019. ↩︎
  3. Enlace para adquirir el libro o solicitándolo en librerías : https://www.editorialmanuscritos.com/epages/ea8141.sf/es_ES/?ObjectPath=/Shops/ea8141/Products/anarkia ↩︎

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