El feminismo anarquista de Caridad Alcón (Sanlúcar de Barrameda, 1888-Buenos Aires, 1968)

Publicado el 9 de junio de 2022 / Por Manuel Almisas Albéndiz

La historia del anarquismo andaluz y del feminismo anarquista andaluz queda ahora más completa. A pesar de haber quedado Caridad Alcón oculta para las estudiosas de las mujeres anarquistas de Andalucía1, y a pesar de, incomprensiblemente, haber sido situada en el protofeminismo socialista junto a figuras como Amparo Martí2 y María Cambrils3, cuando pocos meses antes había concluido un artículo sobre la revisión de la causa de Francisco Ferrer i Guardia con un triple y concluyente: «somos anarquistas, somos anarquistas y somos anarquistas», Caridad Alcón, la joven sanluqueña que se afincó en Sevilla, merece todo nuestro reconocimiento, no por tardío menos justo4.

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Fue Ángeles Montesinos quien por vez primera, en 1909, nos mostraba a Caridad Alcón como «incansable propagandista», «amante de la emancipación de la mujer», y a cuyo lado quería «acometer una enérgica lucha dirigida directamente a la mujer»5. Sin embargo, a Caridad Alcón Moreno, hija de un albañil sanluqueño, y que estaba a punto de cumplir 22 años, no se le conocía ningún texto feminista. Redactora de la publicación anarquista de Sevilla Al Paso, que dirigía su pareja Antonio Moreno Diosdado (Jerez de la Frontera, 1878), solo conocemos sus textos literarios de la serie «Exposición Miserable», donde retrataba con pluma afilada y acusadora diferentes aspectos de las miserias sociales que originaba el sistema capitalista.

Sin embargo, de la Primera Época de Al Paso no se han conservado nueve números y allí es seguro que Caridad Alcón habría comenzado a elaborar su discurso dirigido a la emancipación femenina.

Durante la segunda y, a la postre, definitiva suspensión del diario anarquista, Caridad va a enviar un artículo al semanario Vida Socialista (Madrid) que será publicado en la sección «Páginas Feministas» el 10 de julio de 19106. Este se convertirá en el primer artículo feminista de Caridad Alcón que se ha conservado.

Caridad planteaba que a las mujeres, como madres, se les había encomendado el desarrollo de la «educación social» de las nuevas generaciones, y para imprimirle «un nuevo derrotero moral» a la generación que se estaba formando, animaba a las mujeres a contar «con sus propios esfuerzos», a tener el valor necesario y decisivo para «aprestarse a la batalla» y a enfrentarse al peligro de la lucha, recordando las centenares de heroínas, de mujeres valientes y decididas que a lo largo de la Historia se habían lanzado a la calle y a las barricadas. Sin embargo, de forma práctica, Caridad advertía que nuestra labor no está en los Parlamentos ni en los Municipios, pues esto nos ocuparía un tiempo que necesitamos para obtener mayores ventajas entre las mujeres faltas de orientación y «miedosas» por la influencia del hombre. Por el contrario, afirmaba: Busquemos este desarrollo del feminismo en Asociaciones, con exclusión del hombre como director, llevando en nuestras almas los gérmenes de la canción popular: «Si somos chiquititos, mañana creceremos»7.

Las asociaciones feministas que imaginaba Caridad Alcón tendrían como misión la enseñanza científica y racional, venciendo de este modo el analfabetismo de la mujer, causa primordial de su apatía y alejamiento de la cuestión social. Pero advertía que no debía parar ahí su labor, sino que con la mirada puesta en la total emancipación femenina, debía complementarse esa labor con periódicos regionales en los que colaborarían cuantas compañeras tuviesen necesidad, para encauzar por nuevos derroteros la salvación del futuro feminista. Y terminaba su especie de programa con el consejo de que, a todo ello, debía unirse una serie de excursiones de propaganda femenina por capitales, pueblos y aldeas, … pues si confiamos la regeneración humana a los hombres, jamás saldremos de las mismas inquinas y aberraciones que tanto y tanto perjuicio nos están causando.

Su siguiente texto feminista se publicará en el semanario anarquista Tierra y Libertad (Barcelona) el 1 de febrero de 1911. En él manifestaba Caridad sus ganas de gritar a todas las mujeres mis sentires, mis ansias de emancipación -que a buen seguro me hubieran recluido en un manicomio-, y de llevar mis deseos a la práctica, pues aquí en este país y mucho más en esta parte de Andalucía, donde la mujer no es considerada como tal, ni por autoridades, ni por patronos, y ni aún por los mismos compañeros, padres, hermanos e hijos, se deja sentir la necesidad de que constantemente haya alguien que nos ilustre y nos invite a organizarnos para defendernos de esa total tiranía de que somos objeto. Caridad Alcón avanzaba un poco más en el análisis anterior, y decía que admitiendo como verdad incuestionable que el feminismo necesita de instrucción para llegar a su emancipación, no es menos verdad también que el Estado de una parte, la Religión de otra, y de otra la Propiedad, ejercen sobre el hombre y la mujer una tiranía de esclavitud, más acentuada en la mujer pobre que hace que ésta se someta cada vez más al capitalismo.

Por todo ello, manifestaba que todo lo que no sea una total revolución económica que destruya privilegios de castas, no son soluciones reales, y que había que combatir los conceptos morales burgueses de «sumisión y lealtad» para con los poderosos, el patrón en el taller o la fábrica y el marido en el hogar. Caridad en este su primer artículo conocido en la prensa anarquista, admitía no ver otra solución para las mujeres que comenzar una labor de «moralización femenina libertaria», puesto que ya que el hombre se reúne, se sindica y encauza a los obreros por los nuevos senderos del sindicalismo, bueno es que no sean egoístas los hombres y olviden a sus compañeras, sino que las instruyan en la defensa de sus intereses -que son mutuos-, las sindique y solidarice y les diga constantemente que la sumisión, la fidelidad, el respeto y tantos otros errores perjudiciales para el disfrute de la vida, no son más que egoístas consecuencias de una sociedad que está sostenida por las fuerzas del Estado, la Religión y el Capitalismo y que por lo tanto solo son beneficiosas a estos tres factores, sinónimos de hambre, miseria e ignorancia.

Ese mismo año, el 22 de marzo, volvía a escribir para Tierra y Libertad un artículo titulado «Por nuestra clase», también en defensa de las mujeres obreras, y esta vez argumentaba y rechazaba que las mujeres fueran débiles. Caridad afirmaba que si la mujer trabajaba, al igual que el hombre (aunque más mal retribuidas y consideradas), y luchaba económicamente en fábricas y talleres, con igual derecho debía tomar parte activísima en las huelgas revolucionarias, para defender nuestros derechos hollados por la burguesía y las autoridades, y por eso en la lucha diaria contra el capital debían considerarse tan fuertes como ellos, esto es, luchadoras útiles y no «cosas» respetadas. Caridad rechazaba el respeto que se le profesaba a la mujer, porque, según ella, ese respeto equivalía a inferioridad, a debilidad, y a inconsciencia, y aseguraba que solo en el siguiente caso debían las mujeres admitir ese respeto:

Cuando en un momento de lucha, la mujer vaya a engrosar las filas de los combatientes: cuando mayor sea el número de luchadoras, y por tanto la fuerza armada haga un acto de atención a nosotras por considerarnos «débiles»; entonces, nosotras, aprovechando esta preocupación de nuestros enemigos, arremetamos furiosamente sobre ellos y venguemos las muertes de los nuestros y así les haremos ver a cuantos nos consideren inferiores, que no es débil la mujer, que esta debilidad que ellos creyeron no existió más que en su fantasía.

EN ARGENTINA: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

En enero de 1913 Caridad Alcón va a arribar a Buenos Aires, siguiendo a su compañero Antonio Moreno que había emigrado unos meses antes, y muy pronto va a continuar con su militancia anarquista y feminista. En el número extraordinario del 1º de mayo de 1913 del conocido semanario anarquista porteño La Protesta van a publicar su siguiente artículo dirigido a la mujer obrera. Allí seguirá manteniendo que la mujer debe ser compañera del hombre, no su esclava, y que el hombre debía mirar por la educación social de la mujer «con el ejemplo, no con sermones inútiles», poniendo en sus manos el libro, el periódico, el folleto, acompañándola a veladas y conferencias, haciendo de ella una mujer capacitada y consciente que puede enseñar a sus hijos desde la cuna a ser fuertes y valerosos para la conquista de la libertad, formando parte de la gran falange libertaria dueña del mundo.

Este primer artículo argentino de Caridad Alcón terminaba con estas palabras para la acción:

Compañeras, mujeres todas: a la lucha, pues, que con nuestro esfuerzo veremos amanecer el día de la libertad, el sol de la anarquía.

Compañeras: luchemos por la emancipación de nosotras mismas.

Después de un año, el 11 de junio de 1914, Caridad Alcón volvía a escribir en La Protesta. Su artículo se titulaba «Asuntos gremiales» e iba dirigido a promover la movilización y organización de las mujeres de forma concreta e inminente. Animaba a la mujer proletaria a no permanecer retirada de la lucha contra el malestar social máxime cuando con nuestra ayuda podría llegarse más rápidamente al día de la libertad y del amor, y por eso, aseguraba, nosotras no debemos vegetar más tiempo encerradas en nuestro míseros hogares malgastando las energías y, al igual que nuestros compañeros, hemos de fomentar la propaganda de nuestros ideales, constituyendo asociaciones femeninas donde la mujer puede capacitarse moral y materialmente, fraternizando todas para alcanzar nuestro puesto en la lucha, y no permitir que todo nos lo den hecho como si nosotras fuéramos incapaces de evolucionar y conquistar lo que por derecho nos corresponde.

En este escrito hacía un llamamiento a toda mujer obrera que se sienta libre, y que en su pecho germine la idea de emancipación, que acudiera al local del Centro de Estudios Sociales de Belgrano (Buenos Aires), para constituir la Sociedad Femenina de Oficios Varios de Belgrano, iniciando así la organización de todas las explotadas. Así terminaba su llamamiento:

Compañeras: Nuestra es la obra y solo nosotras sabremos ponernos al nivel del hombre contribuyendo con nuestra acción al bienestar futuro.

La humanidad nueva, nuestros hijos, así lo exigen.

Que nadie falte, pues.

Efectivamente. La Sociedad femenina obrera se constituyó el domingo 14 de junio y comenzó las labores de proselitismo y de inscripción, coordinadas por una Comisión de siete mujeres, donde con toda seguridad se encontraría Caridad Alcón. Entre sus objetivos a corto plazo estaba la organización de las obreras de Villa Mazzini8, Belgrano y Villa Urquiza, y especialmente de las cigarreras de la fábrica de cigarrillos toscanos «Avanti» de este último barrio de Buenos Aires. En la multitudinaria reunión que tuvo lugar para asociar a las cigarreras intervino Caridad Alcón, junto a la maestra racionalista Mercedes Gauna y a la anarquista Virtudes Gómez. Este no fue su último mitin, pues en los meses siguientes, y siempre en relación con la «Sociedad Femenina de Belgrano», como muchas veces se denominaba a la Sociedad de mujeres obreras, la voz de Caridad Alcón no faltó en la tribuna dirigiéndose a cientos de obreras junto a los más respetados sindicalistas de la Federación de Tabaqueros y de la Federación Obrera Local de Buenos Aires, como Constancio Toranzo.

Sin embargo, la llamada a la organización no fue seguida como se esperaba y se sucedieron en los meses de septiembre a diciembre de 1914 numerosas comunicados convocando a asambleas de obreras, y pidiendo a los compañeros que no prohibieran la asistencia a las mismas de sus hijas, hermanas o compañeras, hecho que habían constatado y denunciado en algún caso. Un ejemplo lo tenemos en esta convocatoria de la Secretaria de la Sociedad publicado el 13 de octubre de 1914:

A la mujer anarquista

Decíamos ayer…

¿Pero es posible que tengamos que recurrir al anatema y al insulto para que a las compañera se les agite la sangre y salgan de ese estado deprimente en que se encuentran?

¿O es que sus compañeros son tan «buenos» anarquistas que prohíben a sus «costillas», y a sus hijas, y a sus hermanas el que entren en acción?

Una vez más os llamamos, compañeras, para que concurráis a la reunión que esta Sociedad femenina realizará el miércoles 14 del corriente a las 8 p.m. en nuestro domicilio social, Amenábar 2059 (Belgrano).

La Secretaria

Todavía en enero del nuevo año, 1915, se leyó en la prensa anarquista una nueva convocatoria de la Sociedad Femenina de Oficios Varios de Belgrano, incidiendo en que se hace indispensable para la mujer el organizarse a fin de poder luchar con eficacia en pro de su emancipación. Es necesario que los compañeros estimulen a sus compañeras, hermanas y amigas a fin de que concurran a este llamado.

Y aquí terminó toda referencia a la Caridad Alcón feminista y a la Sociedad Femenina Obrera que ella impulsó y animó. El mundo del anarquismo argentino había entrado en una profunda crisis. El 1 de abril de 1915 la anarquista Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) celebró su IX Congreso, en el que se aprobó la derogación del principio ideológico del comunismo anárquico que habían mantenido desde el V Congreso, asistiéndose a la escisión de sindicalistas (FORA IX Congreso) y de anarquistas o anarcocomunistas (FORA V Congreso). A la compleja y crítica situación que se vivía debido a la sangría de la Primera Guerra Mundial, se le sumará en 1918 la ruptura que se produjo en el movimiento anarquista tras el triunfo de la revolución soviética y la aparición de las tendencias anarco-bolcheviques o partidarias de la Tercera Internacional y de la Internacional Sindical Roja. En ese marco, a veces agresivo y violento, lleno de acusaciones y de presuntas traiciones, las sociedades femeninas no tuvieron espacio ni oportunidad de desarrollo. Esta época tan convulsa no era propicia para «veleidades» feministas, dirían los «compañeros»…

Caridad Alcón quedó viuda muy joven, a los 41 años. Nunca se volvió a casar y se dedicó en cuerpo y alma a sus dos hijas nacidas en Buenos Aires, Julia Amor y Áurea. La familia recuerda a esta feminista anarquista nacida en Sanlúcar de Barrameda, allá en la España, como una buena madre y una mejor abuela. Caridad Alcón Moreno falleció en Buenos Aires en 1968, a los 80 años de edad, pero gracias a la recuperación de su figura, hoy día, en 2022, aún sigue viviendo entre nosotras, entre las personas que simpatizamos con sus ideales libertarios de emancipación de las mujeres y de la humanidad.

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NOTA: Las personas interesadas pueden consultar la breve biografía inédita de Caridad Alcón escrita por el mismo autor, y disponible en el siguiente blog: https://caridad-alcon-feminismo-anarquista.blogspot.com/2022/06/breve-biografia-de-caridad-alcon.html

Imagen de portada: «Caridad Alcón y su hija Áurea, Buenos Aires, 1925 aprox.». 


  1. Por ejemplo, en «Las mujeres en el anarquismo andaluz: cultura y movilización en la primera mitad del siglo XX», de Lucía Prieto Borrego, Revista ARENAL, 19:1; enero-junio 2012, 47-74. ↩︎
  2. Micaela Chalmeta Martí (1858-1951). ↩︎
  3. Por ejemplo, en «La insurrección literaria: la novela revolucionaria de quiosco (1905-1939)», de Gonzalo Santonja (SIAL Ediciones, 2000). ↩︎
  4. Enlace al Blog donde puede consultarse una breve biografía inédita de Caridad Alcón: https://caridad-alcon-feminismo-anarquista.blogspot.com/2022/06/breve-biografia-de-caridad-alcon.html ↩︎
  5. «Carta abierta a la compañera Caridad Alcón», en Al Paso (Sevilla), n.º 5 de 16 de diciembre de 1909. ↩︎
  6. Como cosa curiosa, en el semanario sindicalista Solidaridad Obrera (Barcelona) aparecía siempre la publicidad de Vida Socialista, con los contenidos y autores de los distintos artículos y de la fotografía de portada, pues no era considerado un medio afín por completo al PSOE. ↩︎
  7. Esta canción ya lo cantaba un coro de niños en la zarzuela «El Marsellés (parodia de la Marsellesa)» de Salvador María Granés (1876): «Si somos chiquititos/mañana creceremos/ y defenderemos/ la santa libertad/ ¡Chito, silencio!/ que pasa la ronda/¡Chito, silencio!/ que vuelve a pasar/Que mueran los de Arganda/ y ¡viva mi papá!». ↩︎
  8. Todos ellos se encuentran en la zona norte de Buenos Aires. Actualmente Villa Mazzini forma parte de Villa Urquiza. ↩︎

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