Quiero. Se nos ve en las facciones

Jesús Manso

Quiero

Quiero sembrar futuros
en la tierra de tu vientre.
Quiero que los nunca,
se conviertan en siempre.
Dormirme con la luna,
morir en tus diciembres.
Dejar que la cultura
florezca en los jardines.
Quiero que la cordura
que ata to’ a los nombres
se convierta en la locura
que libere a los hombres.
Llevar la tolerancia
a todos los rincones.
Que el irrumpir de flores
rompa los adoquines.
Marchar a los confines
del infierno y el azufre.
Que nazcan nuevos fines
que salven al que sufre.
Condenar la violencia,
la esencia de un perfume,
que quema las conciencias
de aquel que lo consume.
No tengo pertenencias,
más que aire en mis pulmones.
No llevo más que el cielo
dentro de mi petate.
Mi misa es la del agua,
no el latín de los sermones.
Mi parroquia está llena
de locos de remate.

Se nos ve en las facciones

Se nos ve en las facciones -como diría Víctor-, todo lo sufrido. Imagino mi mirada y no me gusta lo que veo. Necesito verme en otros ojos, más indulgentes -incluso benévolos-. Mi nombre suena distinto en otros labios. ¿Son los otros el espejo donde nos miramos? Y si nos critican, ¿cómo soportar ese espejo público que nos acompleja? Tal vez es cuestión de criterio. No nos debería importar más que la opinión de aquellos que nos quieren -aquellos a los que queremos-. No he venido al mundo para complacerte. He venido al mundo como todos, sin pedirlo. Y ya que estoy aquí, quiero vivir como me apetezca. Y , voy a decir no hasta hartarme. Porque no me apetecen vuestros planes. Porque hay gente que me quita más de lo que me da. Porque regalarte mi presencia es un privilegio que empezaré a conceder a pocos. Porque, si no me valoro yo, ¿quién me va a valorar?

Lo siento, intenté integrarme, pero ya me he hartado. Bebí hasta despersonalizarme. Bailé la música que odio. Compartí tragos con gente que no comparte mis valores. Y todo lo hice por gustaros. Lo hice por gustarte. Porque, ¿qué soy yo sino tus ojos? Soy todo lo que no puedes verme. Soy eso y más. Soy todo aquello que no muestro -aquello de lo que nunca formarás parte-. Aquello tan mío. Aquello que intenté contar -pero no escuchaste-. Lo que está en juego es mi tiempo, mi vida -y no pienso malgastarlo con ustedes-. No sé lo que valgo, pero no pienso echarlo a perder autodestruyéndome. Porque mi tiempo es vida y mi dinero es tiempo. Y no valéis ni un mísero céntimo. Ni un solo minuto de mi valioso tiempo. Y sé que acabaré perdiéndolo -pero no contigo-.

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