El “fin” de la sociedad capitalista

Charo Arroyo

Acabamos un año que se ha llevado el demérito de ser el año con mayor número de asesinatos machistas desde que los últimos años fueran descendiendo. A 27 de noviembre de 2023 el número de mujeres muertas por “violencia de género” es de 55. En 2022 se cerró con la cifra de 50 asesinadas dentro de una relación, en 2021 fueron 49. Y en este dato no sé incluye el número de muertes de mujeres que, por ser prostitutas, mujeres sin familia que reclame su desaparición, etc.

¿Qué le ocurre a esta sociedad en la que la violencia y el patriarcado se está imponiendo tras tantos avances en las últimas décadas?

Porque no es sólo las cifras de asesinatos machistas que están aumentando sino es el incremento de actos violentos en las calles españolas. Ataques a personas homosexuales, transexuales, personas que viven en la calle, etc., desde hace unos años aparecen en los medios de comunicación de forma habitual. Podríamos pensar que siempre ha existido y ahora hay mucha más repercusión de todos estos casos. Pero sería una reflexión simplista.

No es casual el ascenso de posturas intransigentes y radicalizadas. Desde el poder no se ofrecen proyectos educacionales dirigidos a la formación en la cultura comunal sino individualista. Desde las instituciones se promueve la competitividad y la gratificación en ser superior a otras, no por la excelencia del conocimiento ni de la prestancia del trabajo. Parece como si la gente viviera en un constante partido de fútbol con seguidores radicalizados de sus tendencias sin respeto a quien opinan de otra forma.

La salud mental de la población, en general, está muy en riesgo. Esta autoexigencia en gente joven está provocando grandes sentimientos de frustración que lleva a situaciones límite los pensamientos de personas en proceso de formación. Y si la mente no acompaña, de poco sirve todo lo que se puede ofrecer para la formación académica de los próximos líderes de la sociedad. En la sociedad capitalista, claro.

Por eso, desde la ideología libertaria debemos ofrecer salidas ante estas situaciones límite a las que nos aboca la sociedad capitalista en todos los ámbitos de la vida porque opciones tenemos y han sido desarrolladas.

En la sociedad anarquista planteamos una salida a la destrucción de nuestro planeta, si es que llegamos a tiempo. Porque el consumismo no está en el ADN del ser humano. Y, por eso, no está entre los principios anarquistas el consumir sin medida y sin tener en cuenta el reparto y distribución de los bienes ni el respeto al proceso natural de reposición de las materias primas. Así lo tenemos que difundir, y participar en proyectos que desarrollen este pensamiento para llegar a vivir en la sociedad que soñamos. Podemos debatir si es necesario el decrecimiento o no, pero es evidente que el modelo productivo agota el planeta y a las personas que en él habitamos

Desde el ámbito ecologista y naturista, una buena relación entre naturaleza y humanidad lleva a una sociedad más habitable y más justa tanto con los animales y plantas como con las personas.

Empezaba el texto haciendo referencia al aumento de los asesinatos machistas. Y creo que en un mundo más de iguales todos estos males que he referenciado si no desaparecerían, serían menores y peor vistos por la sociedad.

El Estado plantea contra la violencia represión. El uso del poder punitivo sirve para atemorizar a quienes hacen uso de un código moral y ético que los lleva a temer esa reprimenda, pero en personas cuyo código se encuentra completamente alejado del respeto al resto de la humanidad, que asume con vehemencia la posesión tanto física como moral de quién es su pareja, etc., es vana la amenaza de la cárcel o cualquier otra pena porque por encima de su sufrimiento está el imponerse por encima de la voluntad de la otra persona.

Por eso, es urgente poner fin a la sociedad capitalista.

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